martes, 24 de abril de 2007

Declive...



En la Guerra de los Mundos, novela de ciencia ficción de H.G. Wells, los invasores mueren inesperadamente y no alcanzan su cometido cuando la Tierra estaba ya sometida.

Nosotros, la raza humana de alguna forma hemos sometido a la Tierra y como aquellos invasores estamos al punto del colapso por causa de una enfermedad, a la que aun no hemos asignado nombre, pero que subyace tras los síntomas que son de todos conocidos.

Apenas el martes pasado, el Papa Benedicto XVI equiparó el aborto y el terrorismo y yo, unos días antes me preguntaba…

¿Qué tienen en común el aborto, el terrorismo y tantos otros males que nos aquejan en forma cotidiana como, entre muchos otros, la drogadicción, la homosexualidad, el alcohol, el suicidio y el asesinato en masa? Y solo una palabra vino a mi mente:

Desesperanza...

Desesperanza de las mujeres, desesperanza de los pueblos oprimidos, desesperanza de la juventud, desesperanza de quienes truncan su vida y la de los demás ahogados en el resentimiento y la frustración aun sin saberlo. Unos enmascarados en la frivolidad y el desenfado, otros vestidos de probreza, otros de víctimas y victimarios.

Pareciera que en la inconciencia hemos puesto en marcha los mecanismos de un suicidio colectivo; pareciera que nos hemos declarado ya vencidos ante un futuro amenazante por los desequilibrios que hemos causado y cuyos primeros efectos ya se dejan ver.

La hipótesis es aterradora; una raza humana que se juzga, se niega a trascender, en la inconciencia dicta sentencia y la ejecuta en los hechos de su cotidiana conducta.

Alfonso Cuarón nos pinta en su película “Los Niños del Hombre” el triste escenario de una humanidad sin hijos, sin la esperanza del renacimiento.

¿Todo estará perdido? Me niego a creerlo.

Enrique Chávez Maranto

sábado, 21 de abril de 2007

Se les olvido poner la otra mejilla...




Evangelio según San Mateo, capítulo 5, 39-48

[39] Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: [40] al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; [41] y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. [42] A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda. [43] «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. [44] Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, [45] para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. [46] Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? [47] Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? [48] Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.


He de confesar que nunca he leído formalmente la Biblia, que tampoco soy un Católico practicante pero que salvo alguna irreverencia como la de mi artículo sobre Adán y Eva; siempre ha guardado un profundo respeto a la Iglesia Católica y a todas las religiones del mundo de las que estoy convencido tienen un tronco común al margen de la formas.

Aclarado lo anterior, les comento que de la instrucción religiosa que recibí de niño recuerdo muy particularmente lo que está escrito en el Evangelio según San Mateo que para pronta referencia anoté al inicio de este comentario.

Esa enseñanza me vino a la mente en cuanto leí la siguiente noticia:



Notimex
El Universal
Ciudad de México
Viernes 20 de abril de 2007

14:47 La Arquidiócesis Primada de México y el Colegio de Abogados Católicos anunciaron que presentarán una demanda civil contra el diputado local Víctor Hugo Círigo por un millón de dólares, por las declaraciones hechas contra el sacerdote Hugo Valdemar Romero.


¡No puede ser!

El debate sobre el aborto, correcto o incorrecto, debido o indebido, necesario o nó, ya no lo es más, quien promueve ese tipo de acciones en la Arquidiócesis con el debido respeto, no tiene idea de lo que es la Palabra de Dios expresada en la Biblia.

¿A qué la han reducido?



Enrique Chávez Maranto



enrique.chm@gmail.com

jueves, 19 de abril de 2007

Un Planeta al límite


Terrorismo, narcotráfico, guerras, corrupción, asesinatos, depredación ambiental; son todos flagelos, que con distintas modalidades, alcances y tecnologías, han estado presentes desde que la raza humana apareció en el planeta Tierra.

Todos tienen su origen en la avaricia de nuestra soberbia que ha ignorado lo que dice uno de nuestros refranes más conocidos: No hay mal que dure 100 años, ni persona que lo aguante.

En este caso, la persona es, nuestro anfitrión, el planeta que hemos llamado Tierra y nos guste o no, el mal hemos sido todos nosotros… En un instante infectamos a un vergel y ya lo hemos agotado.

En un instante, si, porque lo que para nosotros han sido miles de años y tiempo “de sobra” para nuestro planeta anfitrión, es solo un punto en la escala geológica y eso nos ha bastado.

Unos cuantos siglos atrás, nuestras comunidades eran escasas; había suficiente espacio vital y zonas de amortiguamiento para mitigar el impacto de nuestros excesos. Hoy basta observar una imagen satelital nocturna de la tierra para observar hasta donde nos hemos expandido.

No faltará quien diga ¿Y Yo, que culpa tengo? Si todo eso ya estaba en marcha cuando me tocó vivir… tal vez tendría razón pero, ¿Qué habrá hecho para evitarlo? La verdad es que nos hemos hecho ciegos y sordos en tanto nuestra particular zona de confort no haya sido afectada. Pero lo será, tengámoslo por seguro.

El capital se agotó y sin saberlo, en la inconciencia, hace algún tiempo ya, hemos vivido del crédito pero tenemos que pagar de la deuda.

¿Tendremos la entereza para enfrentar el reto y reparar los daños? O…

¿Seguirá prevaleciendo la avaricia de unos cuantos y la apatía del resto?

Decidamos
.


Enrique Chávez Maranto

sábado, 14 de abril de 2007

Pinta de Amor tus labios

“Las palabras de desamor no duelen tanto hasta que las dice la persona amada”
Autor Anónimo

“En el mundo hay más personas que mueren por las palabras que por un tiro de bala”
Grecia García

“Las palabras son flechas que dispara el pensamiento…una vez que penetran en su blanco se ueden sacar pero dejan un agujero difícil de tapar”
Rubildo López Martínez



Los sentimientos son el lenguaje del alma en tanto que de la mente las palabras…

Y no habrá palabras que expresen los sentimientos del alma cuando se empañen con los paradigmas y los prejuicios del ego.

Te defino para mi por mis palabras, pero…

¿Eres tú realmente lo que digo o solo expreso la propia frustración de lo que cobija mi mente como la más escondida de mis facetas?

¿Cuantas veces mi alma resuena con lo que veo en ti y no puedo poner Amor en mis labios sino solo frustración, resentimiento y amargura?

Y así, como cuando la soprano alcanza y sostiene una nota puede destruir un vaso; las palabras de la propia frustración pueden destruir al Ser Amado. Tal es el impacto de nuestras palabras.

Antes de expresarme, busqué en Internet citas celebres sobre el uso de las palabras y encontré cientos sobre el mal que causan las palabras, como aquellas que incluí al principio y solo una que ojala podamos llevar a la práctica en forma cotidiana…


Pon Amor en tus labios y verás como sanan tus palabras…
Silvia Abril

Hagámonos un propósito con aquel a quien más critiquemos, pintemos de Amor nuestros labios tan solo tres veces al día…

Enrique Chávez Maranto

domingo, 8 de abril de 2007

Adán y Eva

Déjenme y les cuento algo, de lo que fui testigo, por lo cuál nuestro maravilloso planeta se liberó de una especie que lo consumía…

Después de un cataclismo, tras vivir muchos meses en la más absoluta soledad, los dos únicos supervivientes de la raza humana se encontraron en una maravillosa estancia que les proveía de todo cuanto necesitaban.

La alegría del encuentro fue inmensa, y el abrazo que los fundió les condujo por momentos al éxtasis de la esperanza… No estaban solos, había alguien más que rescataba con su sola presencia la humanidad que creían perdida.

Ellos se llamaban Adán y Eva, arquetipos de lo que, muy a mi pesar, pensaba en ese momento podría ser el renacimiento de su raza, pero afortunadamente… ¡Me equivoqué!

Pasado la emoción y el entusiasmo inicial, Eva buscó extender su abrazo hasta la satisfacción de una sexualidad insatisfecha en largos meses de soledad, solo para despertar abruptamente de su iniciativa por el vigoroso rechazo de un Adán, que resistiéndose a ceder, le confesaba ser el último de los llamados “Gay’s”

¿Gay? No hubo nadie le pudiera decir que de su departamento en Manhatan no quedaban sino escombros, que Vail no tenía nieve ni para un barquillo y que su hermoso Ferrari solo era un trasto inútil abandonado como tantos más sin una gota de combustible…

Triste fue el llanto de Eva cuando comprendió la irónica jugada que el destino le había deparado; bella e inteligente, asediada en otros tiempos en los que desdeñaba a los mejores partidos para entregar caprichosamente sus placeres a quien menos lo esperaba… hoy tendría que suplicar por la caricia a quien sus atributos no importaban un comino.

De la frustración y la desesperanza pasaron al enojo y a la furia que violentamente desbordada, acercó sus cuerpos a tal punto que sin pensarlo, hizo surgir un deseo en Adán que avasalló sus prejuicios ante el estupor de una Eva, que solo atinó a rendirse ante el deseo tanto tiempo insatisfecho.

El tiempo transcurrió y de la repulsa inicial, Adán pasó al cotidiano placer compartido por Eva su ahora amantísima compañera… y les he de decir que mi preocupación creció cuando comprendí que se haría realidad lo inevitable... un buen día ocurrió que Eva, sumida en la angustia y en el llanto, confesó a Adán, rechazando entre sollozos, su incipiente embarazo…

Para fortuna nuestra, hijos míos, Adán la abrazó y con suma ternura le susurró al oído, no te preocupes alma mía… aun puedes abortar…

Y de entonces a ahora, el maravilloso planeta Tierra, es nuestro.

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com