domingo, 27 de abril de 2008

Secuestro de la esperanza...

El agua siempre encuentra su camino al mar. Si el cauce acostumbrado de un río se obstruye, este buscará un camino nuevo inundando tierras que antes permanecían a salvo de sus aguas. Eso es lo que le ocurre justo ahora a mi ciudad Coatzacoalcos, el agua de la delincuencia que antes se veía muy lejana está inundando sus tierras.

Se ha obstruido el canal que llevaba el mundo de las drogas a nuestros vecinos del norte y ahora sus calamidades están inundaron nuestras tierras. Coatzacoalcos que se convirtió en la pesadilla que nunca imaginé; en una ciudad donde la noticia del secuestro del amigo, del conocido de muchos años, de aquel que muestra alguna forma de prosperidad, es cosa casi cotidiana. Primero fue el rumor de los secuestros y extorsiones a personajes de reputación dudosa; después la noticia del secuestro de gente honrada dedicada al trabajo y a su familia que no tendría por que pintar su rostro de miedo al preguntarse ¿seré yo el siguiente de la lista?

Reflexioné entonces sobre lo qué haría si yo estuviera incluido en esa hipotética lista y decidí que lo mejor sería seguir con mi vida, amando a mi familia, trabajando en lo que sé y expresando mis ideas pues llegado el caso simplemente no podría hacer nada para detenerlos y menos aún para pagarles.

Dicen que nada se da por casualidad y que todo tiene un propósito, tal vez el propósito de todo esto sea mostrar a los ciudadanos que también tenemos la culpa cuando no protestamos, cuando permanecemos al margen del dolor ajeno, cuando decidimos vivir encadenados a esa mediocridad permisiva pensando que esas desgracias nunca nos ocurrirán.

También decidí expresar públicamente mi más enérgica condena respecto a lo que ocurre en mi ciudad y mi convicción de que la causa raíz de todo, es el resultado de la acción u omisión de aquellos que detentan el poder quienes, por privilegiar a lo largo de muchos años tan solo sus intereses, han secuestrado al pueblo la esperanza de un futuro promisorio y eso, finalmente, es lo más grave pues el agua siempre encontrará su curso.

Reconocimientos de la semana,

A la gente humilde que se presta para asistir al médico y a los pacientes en el dispensario de San José, que clasifican las medicinas, que atienden el bazar en el que se recaudan los fondos necesarios para el pago de medicinas y/o análisis especiales, en la compra de y reparto de despensas. (Gracias Memo)

A la labor que realizada por la Casa del Inmigrante que lamentablemente cerró sus puertas en días pasados.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 20 de abril de 2008

¡Pobrecita Madre Patria...!

Pobrecita Madre Patria cuando ve a sus hijos enfrentados defendiendo una verdad que solo existe por el apego a su ignorancia.

Pobrecita Madre Patria cuando ve en sus tierras el combate de la sin razón y la soberbia; donde los oídos no escuchan y la boca de sus hijos solo se abre para pronunciar las palabras del oprobio, del resentimiento y la descalificación.

Pobrecita Madre Patria, cuando en el lecho de su dolorosa agonía, de lo más profundo de su entraña, surja la pregunta lacerante que acompañará su último suspiro:

¿Qué acaso no son todos mis hijos?

Sí, Queridísima Madre todos somos tus hijos, pero ya pocos se acuerdan de ello.

México es hoy el campo de batalla de dos percepciones de la realidad y de dos percepciones respecto al futuro deseado para el país que mutuamente se excluyen, donde cada parte asume su verdad como inequívoca.

Los unos contra los otros; los unos, apegados a lo atávico que no reconoce que el mundo ha cambiado y que en ese cambio existen oportunidades que se niegan; los otros, apegados a un proyecto que desvanece el concepto de nación tal como lo conocemos y que descartan a priori valores de lo viejo que deben prevalecer. Modelos mentales incompatibles apegados a un fundamentalismo irracional donde transigir resulta inaceptable, donde buscar la reconciliación es sinónimo de traición, donde someter al contrario para ellos es la única opción.

Es la batalla de lo blanco contra lo negro, del bien contra el mal, del resentimiento contra la soberbia donde solo subyace la profunda ignorancia del verdadero significado del bien común. ¿Será bien común ser peón en las tierras que fueron tuyas pudiendo ser diferente? ¿Ese es el papel que realmente deseamos para las futuras generaciones?

La situación que enfrenta Petróleos Mexicanos y en general el sector energético del país no es algo que se dio de la noche a la mañana, como tampoco lo es el enfrentamiento que hoy muestra la verdadera cara de los contendientes. La estrategia de unos fue matar de inanición a la industria a lo largo de muchos años al punto de que solo con la propuesta gubernamental en curso se podrían re encausar los recursos petroleros para el bienestar del pueblo tal como su publicidad afirma. La estrategia de los contrarios ha sido enfocar el resentimiento acumulado de sus seguidores para evitar a cualquier costo iniciativas que pueda capitalizar políticamente el partido en el poder. Nada más alejado del bien común.

Sin embargo el hecho es que la coyuntura se ha dado y requiere de la sociedad una respuesta vigorosa que exija, que demande, que cualesquiera que sea la solución, esta se derive de consensos más allá del interés de los partidos políticos.

No es cierto que la solución que propone el gobierno sea la única, ni la mejor opción como tampoco es cierto que tomar el congreso sea el camino para resolver las diferencias.

Los reconocimientos de la semana:


  • A Hogar Digno, la Casa del Niño Porteño, a la Fundación Tokoneme, a Nueva Vida ante el Cáncer, a Soy Capaz; a Te Queremos Ayudar, a Posada Belén y a muchos otras asociaciones quienes entregan su tiempo y su cariño para atender a los necesitados.
  • A todos los que laboran en el Hospital Comunitario por brindar cotidianamente una opción de vida a muchos que no tienen nada.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 13 de abril de 2008

¡Qué mala ley...!

Que mala ley de los que hablan sin motivo
Masticando entre los dientes la mentira maldiciente de que nunca te he querido…


Que mala ley si mi vida esta contigo…
Hay que ser desvergonzado y tener muy mala ley…
Para ser tan traicionero
Y decir que no te quiero y que voy a ser tu cruz…

Si jamás nunca se ha dado, ni podría igualarlo un rey…
Un amor que es el primero que se entrega todo entero
Porque así mereces tú…

Que mala ley…”

La anterior es la letra de una hermosa canción titulada “Mala Ley” de los compositores Rubén Fuentes y Rafael Cárdenas que interpreta magistralmente Marco Antonio Muñiz que me pareció ni mandada a hacer a propósito de las iniciativas de Ley para el fortalecimiento de Petróleos Mexicanos que presentó el ejecutivo federal y déjenme contarles porqué…

Apenas antes de ayer conocí el documento “Opinión de los académicos sobre la necesidad de tener una política energética de estado congruente a un país petrolero como es el nuestro” (publicado en el periódico el Universal el 6 septiembre de 2005 por profesor Rafael Decelis Contreras) donde se realiza un revelador análisis del discurso a lo largo del tiempo tanto de funcionarios y políticos nacionales como de nuestros vecinos del norte sobre la cuestión petrolera Mexicana. La síntesis de ese discurso es la frase del ex-secretario de energía de los EUA (1976 -1980) James Schlesinger: “No podemos tolerar que exista un Japón al Sur de nuestra frontera”

En esas misma fechas desarrollé una reflexión sobre Petróleos Mexicanos enfocando las diferentes aristas de la problemática; comenté entonces las fuerzas que inciden en el desarrollo de la industria: la geopolítica; la seguridad nacional de los Estados Unidos; la percepción del futuro deseado para México; el estado de nuestras reservas petroleras; el papel del sindicato petrolero y finalmente, las circunstancias de la propia empresa que en conjunto nos han conducido a la situación que hoy se pretende remediar con las iniciativas de Ley presentadas por el Ejecutivo Federal.

Concluí que el control de los recursos petroleros de México es un factor clave para la seguridad nacional y el liderazgo hegemónico de los Estados Unidos cuya estrategia promovería la corrupción y la falta de consenso político como instrumentos para controlar e impedir un Petróleos Mexicanos fuerte, detonador del desarrollo de las cadenas productivas de la Nación que igualmente se sintetiza en la frase de James Schlesinger: “No podemos tolerar que exista un Japón al Sur de nuestra frontera”

La recientemente presentada iniciativa de Ley para el fortalecimiento de Petróleos Mexicanos confirma las apreciaciones anteriores; si bien es cierto que en la parte que toca a la operación misma de la empresa la iniciativa resuelve casi todos los problemas por otro lado otorga al gobierno federal los más amplios poderes para decidir todo en cuanto a los recursos petroleros de la Nación. De ser aprobadas las iniciativas, no solo de hecho si no derecho, el usufructo del petróleo estaría en manos de la decisión de unos cuantos. Pemex en todo caso sería solo el operador.

Así que la canción resultó ni mandada a hacer, todos podemos decir: “Que mala ley…” el gobierno respecto de la reacción de la oposición, “Qué mala ley…” la oposición respecto de la iniciativa del gobierno y el pueblo de todos ellos…

¡Que mala Ley!

En otro orden de ideas a partir hoy incluyo un apartado de reconocimientos a quienes hacen posible las cosas buenas que también ocurren y que pasan normalmente desapercibidas… así que mi reconocimiento a:

  • El conductor del taxi 134 que amablemente detuvo su marcha para dar el paso a una señora de avanzada edad…
  • Al SAT por que tardé nada en presentar mi declaración anual del ISR por Internet y también por que cuando dejé un mensaje de voz en una grabadora para pedir asistencia, dejé mi teléfono y me devolvieron rápidamente mi llamada.
  • A las autoridades municipales por que el camión de la basura ahora llega puntual a recogerla; por la nueva imagen del centro de la ciudad y del malecón; y los baches que repararon en mi ruta de todos los días.

A todos gracias, con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

lunes, 7 de abril de 2008

De que se puede... ¡Se puede!

Hay preocupación más que evidente en muchos sectores de la sociedad por la acentuada pérdida de valores que impacta prácticamente a todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. La situación se percibe de tal forma que infunde un sentimiento de frustración en todos aquellos que anhelamos el cambio hacia un futuro promisorio que no acaba de llegar.

Se tiene la percepción -fundada por cierto- de vivir en un país donde cualquier atropello puede darse; donde muchos, entrampados entre las posturas radicales de los actores de la soberbia y el resentimiento, buscan supervivir, viviendo a “media agua” sin acaso levantar la cabeza, cobijándose en una zona de confort permisiva y mediocre desde la cuál manifiestan su inconformidad y su deseo de cambio pero eso sí, ¡Solo de dientes para afuera! Muchos que forman parte de una sociedad donde simplemente no pasa nada, donde simplemente la esperanza pareciera haberse perdido.


¿Por qué se ha perdido la esperanza? Para cualquier transformación el tiempo requerido depende fundamentalmente de dos variables; la envergadura del cambio deseado y los recursos disponibles que incluyen entre otros al número de promotores y el poder que estos puedan tener. Así, el tiempo para obtener resultados siempre será menor cuando se tienen los recursos independientemente de cuál sea el tamaño del reto; o por el contrario, el tiempo necesario siempre será más de lo deseable cuando los recursos son o parecen insuficientes. Y en eso justamente está el problema.


La mayoría de los que desean el cambio se perciben aislados, rodeados de gente que no escucha y consideran que solos difícilmente obtendrán resultados que puedan apreciar mientras vivan dada la magnitud de los retos. Así el desánimo cunde, la factibilidad del cambio simplemente se desvanece y la desesperanza pasa a formar parte del inventario de actitudes que nos encadenan a esa mediocridad permisiva que mencioné antes.


¿Se puede lograr el cambio? ¡Claro que sí! El cambio no solo es factible, el cambio se puede lograr pues no es cierto que estemos solos. Nos ocurre que desconectados en la cotidianeidad de nuestros afanes, pasamos de largo a muchos otros que tan insatisfechos con el estado de las cosas, como nosotros, también se perciben aislados.


¿Se puede lograr el cambio? ¡Claro que si! El cambio no solo es factible, el cambio se puede lograr pues no es cierto que no tengamos recursos suficientes. Uno de nuestros mayores errores, si es que no el mayor, es pensar que solo hasta lograrlo podremos sentirnos satisfechos y no es así; esa forma de pensamiento solo conduce a la desesperación cuando el tiempo transcurre y el tamaño del reto parece agigantarse antes que disminuir. Hemos de entender que el verdadero triunfo se da cuando pegamos, y bien, el más humilde de los ladrillos en la ruta al futuro deseado y para los pequeños ladrillos… ¡Siempre habrá recursos y voluntades que puedan sumarse a la tarea!


En suma, sueñe en grande pero disfrute con los pequeños logros; sume voluntades pero no pretenda imponer la suya. “Showmbly” -uno de mis amables lectores- comentó que el Ser humano no es de blancos o negros, es de claroscuros a lo que yo agregaría que el Ser humano también es de apegos y percepciones, por lo que a la postre nada es verdad ni es mentira, ¡Resulta ser según el color del cristal con que se mira!


No pierda la esperanza, el cambio puede lograrse, pero lo que si le anticipo es que seguramente no será nada de lo que Usted o Yo podamos imaginar.


Con mis mejores deseos,


Enrique Chávez Maranto