domingo, 30 de agosto de 2009

Una sonrisa... ¡perfecta!

Más allá de cualquier sospecha respecto de las poderosas razones del, ahora ex diputado del Partido Acción Nacional (PAN) por el estado de Tabasco, Gerardo Priego Tapia para devolver el millón de pesos por los boletos de avión no utilizados; el señor merece un reconocimiento pues su actuar tiene implicaciones nada triviales.

A consecuencia de la acción de Priego Tapia, tal vez más a fuerzas que de ganas, la coordinadora de la nueva bancada legislativa del PAN, Josefina Vázquez Mota, anunció medidas para ahorrar 250 millones en gastos; con el mismo propósito los diputados del Partido de la Revolución Democrática, Alejandro Encinas y Jesús Zambrano, hicieron una aportación modesta al renunciar al seguro de gastos médicos a que tienen derecho con el compromiso de promover acciones similares entre el resto de su bancada y si bien es cierto que el Partido Revolucionario Institucional no se ha manifestado, el hecho es que se le está ahorrando al país un poco más de 251 millones de pesos y eso es una señal alentadora.

Sin embargo no todos comparten mi entusiasmo. El ex diputado Juan José Rodríguez Prats declaró molesto que Priego Tapia también debió devolver la dieta que percibió durante los tres años que se desempeñó como legislador «…pues su trabajo fue deficiente…»; otros diputados hicieron declaraciones muy desafortunadas o francamente cínicas, en el sentido de considerar la devolución como un asunto personal y digo cínicas porque el solo hecho de que los diputados acepten reembolsos de dinero público por servicios no devengados es evidencia de un comportamiento muy alejado de la ética y en mi opinión francamente delincuencial.

Juan José Rodríguez Prats se equivoca respecto del desempeño final de Priego Tapia, 251 millones de ahorro son más que suficientes para avalar ampliamente su trabajo legislativo. Solo por poner un ejemplo, imagine que cada uno de los 500 diputados más los 128 senadores ahorraran al país esa cantidad de dinero… el resultado sería ¡157 mil 628 millones de pesos! ¡Poco más de la mitad del hoyo financiero que estimó Carstens para el 2010! Si los legisladores hicieran tal cosa –sueños guajiros- podríamos decir por fin que las cámaras trabajan por su pueblo. Nadie podría reclamarles un centavo de lo que devenguen ni echarles en cara nada.

No tengo idea de las razones que debió tener el señor Gerardo Priego para devolver esa cantidad de dinero sobre todo con la garantía de impunidad que existe. Quiero pensar que fue un acto de prístina integridad, si no fue así, la verdad es que no me importa. Su decisión marcó ya un hito en la historia nacional cuando nos mostró el verdadero rostro de la “clase” política, como uno más de los tantos depredadores del país. No es lo mismo decir… ¿ya viste la dentadura del diputado? Que saber con las pruebas en la mano que esa preciosura de sonrisa, y la de la esposa del diputado, y la de sus hijos, la pagamos precisamente, Usted y Yo.

La semana pasada pregunté a los sospechosos de siempre –ya sabe desde el Presidente de la República hasta los presidentes municipales- que cómo le van a hacer para resolver los problemas que han causado al país. Como siempre, la respuesta fue la misma: mayores impuestos y elevar el costo de los productos y servicios del sector público: gasolina, diésel, energía eléctrica, trámites, etcétera, etcétera. En otras palabras, como siempre, exprimir aun más a las víctimas de siempre.

Usted, Yo y ellos mismos, los legisladores responsables de otorgar soluciones, saben que son más creativos que eso; solo que están impedidos de actuar en contra de si mismos. Para el ex diputado Juan José Rodríguez Prats y para el resto de esa legislatura reconocer como correcto el acto de Ricardo Priego Tapia implicaría al mismo tiempo reconocer que todos son delincuentes, diputados con garantía de impunidad, pero delincuentes al fin. Por eso el enojo, Priego Tapia, simplemente los puso en evidencia, los mostró tal cual son.

Se dice y con razón que una flor no hace verano, pero si es un hecho memorable ser testigo de la que, ojala, sea la primera de muchas.

Este artículo esta dedicado a la memoria de un hombre ejemplar quien honró a la mesa de los Guabinos: Don Leopoldo Suárez Hernández.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 23 de agosto de 2009

Va mi espada en prenda... ¡Voy por ella!

El poder, la soberbia, la avaricia y el miedo, es la peor combinación de atributos que pueda darse en el liderazgo. Poder, para hacer lo que se quiera; soberbia para solo escuchar las propias ideas; avaricia, para acumular riqueza a costa de los demás; y miedo, para disparar los más bajos instintos en el afán de mantener el predominio y los privilegios.

Pero ese tipo de liderazgo, es un hecho, no existe en México. Como tampoco se violan los derechos humanos, ni se fabrican culpables; ni se depreda el erario como podrían hacerlo los diputados pues serían delincuentes culpables de peculado; ni el Presidente reprocha a los que “hablan mal de México”, porque afrentaría la libertad de expresión; ni prevalecen intereses de todo tipo sobre el interés de la nación; ni se está al punto de un estallido social.

Carlos Slim comentó hace unos cuantos días que México es más fuerte que sus problemas y estoy de acuerdo con él pero… ¿lo serán los ciudadanos? a quienes el presidente Felipe Calderón pide incomprensiblemente “… un sacrificio de todos, cada quien en la medida de sus capacidades, cada quien en la medida de sus responsabilidades…” a lo que con toda seguridad no encontrará respuesta, pues la capacidad de sacrificio de los millones de ciudadanos que viven en la pobreza ya se agotó no obstante el alto nivel de responsabilidad que demuestran, luchando todos los días para llevar ya no digamos lo más indispensable, sino lo que pueden a sus mesas.

Olvidó el Presidente que para exigir sacrificio se tiene que pregonar con el ejemplo, como lo hizo Don José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, mejor conocido como Guadalupe Victoria, cuando al combatir a las tropas realistas en Oaxaca el 25 de noviembre de 1812, motivó a su tropa expresando “va mi espada en prenda, ¡voy por ella!” Y así lo hizo. El no tuvo miedo a perder la vida como hoy tienen miedo los depredadores del país a perder sus privilegios. Depredadores que en la embriaguez del poder y la avaricia han conducido al país al borde del desastre.

Nuestro barco hace agua por el embate de una tormenta perfecta para la cuál no nos preparamos no obstante las voces de alerta de muchos, a quienes hace poco llamaron catastrofistas. Pregunté en el 2007 ¿Qué estamos haciendo para prepararnos? La respuesta fue la misma entonces como ahora: Nada. Como no preparamos al país para el inicio del TLCAN.

Hoy muchos “catastrofistas” que “hablan mal de México” perciben el riesgo de un estallido social en el contexto previsto “del shock financiero más fuerte que enfrenta México en los últimos 30 años” reconocido por el secretario de hacienda, Agustín Carstens. Sin embargo la soberbia es sorda, justo ese mismo día el Presidente declaró ''No es contradictorio afirmar, sí estamos saliendo de la peor crisis en décadas, pero falta por resolver el impacto fiscal que tendrá como una secuela esta crisis''

Perdón, como dice Eugenio Derbez, ¡Que alguien me explique! Pues la recaudación fiscal se desploma igual que las remesas, los ingresos petroleros, las exportaciones, la producción industrial, como la inscripción de alumnos a escuelas privadas, el empleo, etcétera, etcétera… y pediría también que alguien me explique porqué Carstens, ahora dice otra cosa aunque, siendo sinceros, esto no es tan complicado de entender.

Ahora bien, los hechos, hechos son. Lo hecho, hecho está. Lo que me recuerda cuando mi Madre en alguna ocasión le enteré que había yo chocado su auto. Ella simplemente me preguntó… ¿Y como le piensas hacer?

Lo mismo les pregunto Sr. Presidente, secretarios de estado, gobernadores, senadores, diputados, presidentes municipales, directores de empresas paraestatales, jueces, empresarios, banqueros, burócratas, políticos y demás… ¿Qué harán?

Porqué el horno no está para bollos, ni el pueblo para más sacrificios. Cómo dijo Denisse Maeker, ¡Ni un peso más!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
www.ramari.blogspot.com
enrique.chm@gmail.com

domingo, 16 de agosto de 2009

Sueño imposible...

¡Un espectáculo impresionante!

La tradicional rivalidad de los equipos nacionales de México y los Estados Unidos está nuevamente a punto de resolverse. En una ceremonia inédita, los presidentes Felipe Calderón y Barack Hussein Obama acompañan en la cancha a los jugadores para entonar los himnos nacionales.

El zumbido es impresionante. El coloso de Santa Ursula está a reventar con los 110,000 mil fanáticos que respetuosamente guardan silencio cuando suenan las notas del himno estadounidense que al finalizar, honra la multitud con un estruendoso aplauso que cimbra al estadio.

Pero eso es solo el comienzo. La energía explota ahora al entonar cientos de miles de emocionadas gargantas las estrofas del himno nacional mexicano que se escucha en todo el valle del Anahuac. No bien concluye la multitud se desborda y al grito de “México, México, México” hacen la primera “ola” de las muchas que veríamos a lo largo del partido.

De inmediato, los capitanes honorarios de los equipos juegan el tradicional volado y el inicio es para el equipo americano, los presidentes se trasladan al balcón presidencial ornamentado con pendones de los dos países… los equipos en la cancha con el balón al centro al silbato del árbitro, inician el partido…

¡Que juego señores! Aprovechando un descuido de la defensa, el delantero Davies a los ocho minutos bate la portería defendida por Ochoa con un excelente gol que por momentos calma los ánimos de la fanaticada mexicana. Sin embargo el equipo de casa no se arredra, al contrario, los ataques a la portería americana se multiplican y el esfuerzo mexicano culmina con un trallazo imparable de Castro que iguala el marcador y cimbra nuevamente el estadio al grito de ¡Goool! de 110,000 espectadores.

Terminan el primer tiempo empatados a uno, se van a los vestidores a revisar la estrategia y para nuestra complacencia empieza el espectáculo de medio tiempo con quien es el máximo exponente de la canción vernácula mexicana, Don Vicente Fernández, que al son del mariachi Vargas de Tecatitlán interpreta “Pero sigo siendo el rey…”

En tanto en el balcón presidencial en una rueda de prensa improvisada los presidentes Felipe Calderón y Barack Hussein Obama informaron brevemente de los excelentes resultados de la estrategia que el bloque de los países signatarios del Tratado de Libre Comercio de América de Norte -México, Estados Unidos y Canadá- emprendieron tres años atrás para enfrentar las crisis económica, financiera, ecológica, energética, alimentaria, sanitaria y de seguridad que impactó a los países del orbe. La clave dijeron, fue la lucha coordinada contra la corrupción política, barrer la escalera de arriba abajo, lo que restauró la confianza de los ciudadanos en su liderazgo, en las instituciones y sumó a los ciudadanos en un esfuerzo colaborativo nunca antes visto en la historia de las naciones del mundo... Muerto el perro, dijo Juan Pueblo, se acabó la rabia y en corto tiempo la tormenta perfecta empezó a amainar.

Vuelve a prenderse el estadio, los equipos regresan a la cancha y la patada inicial del balón en el segundo tiempo es ahora para México quien arremete con todo el entusiasmo en una cancha que no parece ofrecer resistencia. Muy pocos saques de banda que rompan el ritmo del juego, el “fair play” –juego limpio- es convicción de los jugadores de ambos bandos. En una entrada dura, se observa al árbitro panameño buscar la tarjeta amarilla, sin embargo se abstiene de mostrarla cuando el jugador se levanta y ofrece la mano al contrario en una señal conciliadora y el otro se disculpa. Esto ¡señores! no se parece en nada a lo primeros partidos de este clásico donde más antes que el espíritu deportivo florecía la animadversión entre las naciones.

Los aficionados se levantan de sus asientos, Efraín Juárez conduce a toda marcha el balón por la banda derecha y ya muy cerca de la línea final pasa el balón a Sabah, quien sin pensarlo perfora al minuto 82 la portería de Tim Howard para establecer el marcador definitivo: dos goles contra uno a favor del equipo nacional mexicano. El grito de “México, México, México” se oye nuevamente, las manifestaciones de alegría, el intercambio de camisetas y de ahí los dos equipos se trasladan en camiones descubiertos al Ángel de la Independencia, donde decenas de miles de aficionados que no pudieron entrar al estadio festejan y vitorean ordenadamente por igual a vencedores y vencidos…

¡Huchale! ¿Pues de cuál fumé?

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 9 de agosto de 2009

Carne asada...

-El cobarde que acusa mentiras desde el anonimato, muere, muy despacio, a fuego lento, y la ponzoña de sus cenizas destruye sus apegos hasta dejarle en el infierno de la soledad y el resentimiento...

-¿Y los cobardes que no se esconden en el anonimato? ¿Los que se esconden en sus mentiras? ¿Cómo pueden vivir tranquilos?

-De ninguna manera se salvan, también comparten el asador...

Eso expresé y eso obtuve en respuesta en un breve intercambio de mensajes a través de Internet solo para preguntarme después, ¿es cierto que los “malos” más tarde o más temprano terminan en el asador? Y la verdad es que no. Muchos pillos han muerto felices y contentos después de disfrutar el producto de sus latrocinios.

Y esto es así porque la “maldad” tiene un propósito para la sociedad como todo lo que es producto de ella misma. La maldad para el malvado sirve al propósito de disfrutar por la vía del menor esfuerzo; para el resto de la gente el comportamiento malvado es la referencia de lo que no debe ser; y para todos, la maldad y la bondad sirven al propósito de establecer los estándares mínimos de convivencia.

Solo que “maldad” y “bondad” son conceptos relativos cuya definición, en general, depende de los paradigmas de la cultura donde se dan los hechos y hago énfasis en “en general”, porque todas las culturas coinciden en lo fundamental: no matarás, no robarás, entre otros –no muchos por cierto- son principios universales. El resto de las conductas tipificadas como delitos se han constituido a propósito de los imperativos de supervivencia y/o del interés de la hegemonía en turno. En consecuencia quien delinque en una cultura, en otra o en esa misma, pero en distinto tiempo, su comportamiento puede ser intrascendente o ser incluso motivo de reconocimiento.

Nadie en la época de la tía Lencha hubiera pensado en juzgarla por cultivar una matita de mariguana para los “chiqueadores” que colocaba en sus sienes como remedio naturista para alguno de sus padecimientos… Ni hoy encarcelar a las miles de personas que participan como productores o consumidores en la industria vinatera como ocurría en la época de la prohibición del alcohol en los Estados Unidos de los años 20.

Así que habría que repensar muy bien cuáles de las batallas que estamos enfrentando obedecen a resolver a los reales los imperativos de la sociedad, cuáles a los intereses en turno -nacionales ó extranjeros- y finalmente si las estrategias son las apropiadas dado que los costos de la lucha contra la delincuencia son absolutamente intolerables en ausencia de un sistema que evite los abusos, asegure la preservación de los derechos humanos y las garantías individuales para todos por igual.

No es posible aceptar que indígenas inocentes sufran 11 años de prisión, ni los abusos de Atenco, ni la figura del arraigo -cárcel para todos los efectos prácticos- por causa de delincuentes testigos “protegidos” capaces de decir cualquier cosa con tal de salvar el propio pellejo, ni la persecución de oficio de funcionarios a causa de denuncias anónimas a todas luces sin fundamento, ni la intrusión de la privacidad de los ciudadanos, entre muchos cientos, miles tal vez, de ejemplos cotidianos en la realidad nacional.

El egoísmo y la avaricia son parte inseparable de la naturaleza humana como también lo son el altruismo y la generosidad; así que más que ganar las batallas, a lo que podemos aspirar es a recuperar los debidos equilibrios sin incurrir en los excesos que solo conducen a mayor violencia y represión; sin tomar medidas contra la delincuencia que terminan atentando contra las garantías consagradas en nuestra constitución.

Aunque para ser absolutamente sincero, en verdad les digo que me encanta la idea de que tanto los cobardes que acusan desde el anonimato o se esconden atrás de las mentiras, los que se creen poseedores de la única verdad, los delincuentes de todo tipo –desde funcionarios corruptos hasta narcos pasando por secuestradores y demás, los que “buscando” aplicar la ley abusan del inocente y los que lo permiten, los que establecen como delito aquello que conviene a su interés, compartieran todos, apretaditos, el mismo asador…

Por cierto andan por ahí algunos cochinitos camino al asador… ¡yumm!

Con mis mejores deseos, ¡bon apettit!

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 2 de agosto de 2009

Los tres cochinitos y el lobo feroz...

Pues que les cuento… al cabo de muchos, pero muchos, gritos de ¡Ahí viene el lobo! -que por cierto, nadie quiso escuchar- apareció el lobo rugiendo de hambre y gritando: - Cerditos, cerditoos, deliciosos cerditoooos… ¡os voy a comer!

Seguro recordarán la historia: el lobo sopló, sopló y sopló hasta acabar primero con la casita de paja; acto seguido su exdueño, el cerdito Flautista, se refugió en la casita de madera del cerdito Violinista que también resultó destruida por los soplidos del lobo; Flautista y Violinista huyen a duras penas a la casita de Práctico que el lobo intenta en vano tirar también a soplidos pero fracasa; entonces el lobo, intenta el plan “b”… ¡entrar por la chimenea! solo para caer en el caldero hirviente con la sopa de nabos. Pobre lobo, terminó con el “orgullo” escaldado y huyendo rumbo al lago para nunca regresar… y los cerditos más pequeños Flautista y Violinista, bien regañados por Práctico, el cerdito mayor, por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus vidas…

Una bonita historia con un final feliz. Ojala que así terminaran todas… Pero no. La nuestra no acaba así. ¡Ahí viene el lobo! Gritaron los vigías, a la muchedumbre ciega que al voltear no miró nada… ¿Pues que esperaban? ¿Qué llegara el lobo al son de la marcha de Zacatecas? enarbolando sus pendones gritando ¡Aquí vengo yo, el lobo feroz, a comerme a todos ustedes deliciosos cerditos!

Pues se equivocaron de cabo a rabo, el lobo llegó agazapado, disfrazado de muchas formas, sopló, sopló y acabó con nuestra casita de paja. Solo que hay una pequeña gran diferencia respecto al cuento: no tenemos casita de ladrillos donde refugiarnos porque nuestros cerditos vecinos fueron, unos más, otros menos, igual de perezosos que nosotros y el grito fue ¡sálvese el que pueda!

Por el lado que lo vean ¡Puras malas noticias! Bueno no, no puras malas, perdón, me equivoco, mil disculpas. Perdió la selección de futbol estadounidense ¿Cuál, la “A”, la “B” o la “Z”? ¡No importa! los chaparritos verdes le metieron el quinto gol, que no es malo, a los güeros grandotototes. Marcador final a favor de México CINCO a CERO, nada más, ni nada menos… ¡goliza! pero ¿Ya con eso la hicimos? Humm… difícilmente.

Lo siento pero la realidad es que ya no hay de donde “jalar” ¡Noay, noay! diría aquel célebre personaje cómico de Héctor Suárez… ¿le recuerdan? El gobierno ya agotó su capacidad de maniobra, está acotado. La planta productiva va en caída libre y de la seguridad, ¡ni se diga!, cada vez con más balas, con más muertos, con más alias curiosos y de mal gusto ¡en fin!... De paja resultó la casita que construimos con mucho esfuerzo año tras año a base de aprender a administrar la abundancia, de alfileres, de familias incómodas, de políticos avariciosos por el poder y las prebendas, de corrupción a todos los niveles, de abstencionismo –por no decir de vale madrismo- y demás chunches por todos ustedes conocidas que, la verdad, da flojera reseñar. El chiste es que no hay más casita ni de paja, ni de madera, ni de ladrillos en que refugiarnos… ¡solo quedan los restos!

Sí, sí, ¡Ya lo sé! Algunos de ustedes me dirán ¡catastrofista, pesimista, ave de mal agüero, que la lengua se te haga chicharrón! ¿Qué acaso no escuchaste a los pregoneros del gobierno dicendo que ya tocamos fondo? Si seguro, como no, los escuché igualito como cuando el chiste del catarrito que resultó pulmonía… ¿Y ahora que nos queda? Primero, reconocer que estamos en verdaderos aprietos sin esconder la cabeza en un agujero como el avestruz pretendiendo que no pasa nada. Segundo, apretarnos el cinturón para adaptarnos a la nueva circunstancia: presupuesto, ¡Noay, noay! subsidios, ¡Noay, noay! empleo, ¡Noay, noay! Ventas, ¡Noay, noay! Tercero, construir una nueva casita entre todos. Solo que en esta ocasión que sea de piedra por favor.

¡Ah! Y les suplico que no olviden ver el partido de la selección el próximo día 12. Los muchachos nos dieron una primera lección de lo que se puede hacer cuando se trabaja en equipo, espero la segunda. México tiene opciones, Usted y Yo podemos ser parte de ellas.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com