domingo, 27 de diciembre de 2009

Algarabía...

Domingo 27 de diciembre del año de 2009, 13:56 PM. Los días pasados pletóricos en emociones me han dejado simplemente agotado. El intercambio constante de mensajes por todos los medios, de cualquier tipo, con propios y extraños, superó por momentos mi capacidad de procesamiento y me sometió a un estrés que hoy me deja con una suerte de cruda que el único tratamiento que podría curarla es el silencio. Así que esta columna va ha versar sobre el silencio.

¿Sobre el silencio? Si, pero no sobre el silencio, silencio que entendemos comúnmente como la ausencia de sonido. Será sobre otro tipo de silencio, el que se expresa con palabras que no existen pero que infunden tranquilidad y reposo al alma.

El silencio que se expresa, con el embelezo que provocan las maravillas y misterios de la naturaleza; con la hermosura de una sonrisa franca que muestra la alegría sincera; con la calidez de aquella dulce mirada cómplice del amor; con la ternura de la ingenuidad de los primeros años de quienes son por nosotros y que algún día se irán con nosotros dentro; con la emoción del recuerdo de una madre que cobija a su hijo en medio del fragor de la tormenta; con la vista al infinito en lo alto de una pirámide recuerdo de épocas muy lejanas; con las miríadas de estrellas que navegan en el universo e iluminan tu camino en la profundidad del bosque. Silencio… Umm… Ese silencio de la música del Alma que ella interpreta para ella misma.

Cuantos recuerdos de momentos de interminable y tranquilizador silencio que siempre han estado ahí, atesorados pero ocultos tras la algarabía discordante de lo cotidiano que no nos deja ser:

¡Ring, ring! Sí, ¿Diga? ¡Ya le dije que aquí no vive ese señor!... “Ha recibido un e-mail” Puff ¡más propaganda! ¿Escuchaste las noticias? ¡Hombre que notición!… ¡Piiii, piiii! ¡Apurate animal! ¿Qué no ves que ya está el verde?... ¿A que horas es el partido? ¿Dónde? ¿En la Guabina? ¡Perfecto!... ¡Ya cámbiale! ¡Qué no ves que ya empezó la tele novela!... ¡Sí señor! ¡Lo que usted diga señor! ¿Para cuándo? ¿Para ayer? Noooo… ¡Salud jóvenes! ¡A ver, a ver, todos a la foto, a la foto!... ¿Ya viste las babosadas que dice el cuate ese? ¡Sí hombre! no se vale… ¡Por eso estamos como estamos! ¿Estamos “kemo sabi”?... ¿Cómo de que no hiciste lo que te pedí? Ni me digas…

Así que en unos momentos más pondré mi súper procesador “Lentium Brain” en modo silencio -por aquello de que calladito me veo más bonito-, también apagaré el Crackberry, ¡perdón “el” Blackberry! teléfono celular-cámara fotográfica y de video-navegador Internet-correo electrónico-GPS-calculadora-agenda electrónica-lista de pendientes-etcétera-etcétera-etcétera; por donde recibo buena parte de la algarabía discordante. Entonces me dedicaré a sacar del cofre de mis tesoros uno por uno de esos momentos de interminable y tranquilizador silencio que siempre han estado ahí.

¡Brilp,birlp! “Ha llegado un nuevo mensaje”… ¡No lo leeré! Aunque… ¿Y si es el que he estado esperando…? ¡Noooooooooooooooooo!…

Este año para mí y para muchos, no duró un año. No se por qué pienso que nos vendieron como completo un año que duró poquísimo. Así lo sentí. En lo que a mi toca me proveyó, como pocos años, de un cúmulo de experiencias, sentimientos de todo tipo y que cierra tal como empezó: a un ritmo acelerado.

El día que lean este artículo la algarabía discordante habrá quedado atrás y mi atención estará centrada en la algarabía del amor de mis seres queridos y ¿Por qué no? También en la algarabía del silencio de mis recuerdos más preciados como los sonidos del anochecer en selva y del canto de los papagayos que alguna vez escuché tendido con la mirada a un cielo tachonado de estrellas en la cima de ese lugar mágico y misterioso que es la pirámide de los nichos del Tajin. Justo ahí donde la brisa susurraba, quedo, muy quedito… Meshico… ecos de un tiempo muy lejano…

¡Feliz Año Nuevo!…

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

jueves, 24 de diciembre de 2009

El Rompecabezas de la Vida

“Como todos ustedes saben, los regalos de Navidad y Día de Reyes no son un asunto trivial. Satisfacer a los pequeñines no es igual que hace dos mil años –para ser exactos 2009 años- cuando recibimos la encomienda; hoy son cientos de miles de cartas de niños –algunos no tan niños- con peticiones cada vez más sofisticadas y si hemos de ser sinceros, no damos el ancho, estamos perdiendo mercado aceleradamente… simplemente las cosas no marchan nada bien…”

Ese fue una parte del discurso inaugural de la inusual e inédita reunión entre Santa Claus y los tres Reyes Magos quienes por primera vez, dejando a un lado su tradicional rivalidad, se sentaron juntos a la mesa para discutir como enfrentar su paulatina pero constante pérdida de liderazgo en el mercado “global” de los juguetes; mercado, que punto y aparte, para ellos siempre ha sido global...


Santa, propuso incrementar la capacidad de las plantas productoras de juguetes y hacer economías de escala; adoptar nuevas tecnologías y compartir el mercado mediante alianzas estratégicas con los nuevos jugadores Mattel, Nintendo y otros fabricantes; en tanto que los Reyes Magos pugnaron por retornar a lo básico, un poco lo “retro”, porqué argüían y con razón, que los valores de los niños –y de los papás de los niños- se habían diluido con el paso del tiempo por la sofisticación tecnológica, la violencia, la competitividad, el apego a lo material y demás chunches que aquejan a la sociedad actual.

Las pláticas por momentos se tornaron tensas -particularmente entre Santa y Melchor quienes por alguna ignota razón de plano no se caían bien- sin embargo, el espíritu navideño prevaleció y al cabo de unos cuantos días las conclusiones llegaron: La alianza sería solo entre ellos y si bien es cierto que tendrían que actualizar tecnológicamente sus fábricas para incrementar la capacidad de producción con menores costos; su apuesta en el mercado estaría del lado de juguetes que ayudaran a rescatar los valores para la niñez y la juventud.

Con esa premisa, los creativos de Santa Claus Inc. y Los Tres Reyes Magos SA de CV se dieron a la tarea de encontrar el concepto que fuera la piedra de toque para recuperar la preferencia de los niños. Encerrados en un bunker para protegerse del espionaje industrial –medida por demás inútil pues ya nadie los consideraba competencia- el grupo, después de arduas jornadas de trabajo, se dispuso orgulloso a presentar a sus superiores el resultado de las arduas jornadas de trabajo…

Y así llegó el gran día. Los renos, el caballo, el elefante y el camello arribaron imponentes con los distinguidísimos miembros del consejo de administración; el staff puso a punto el equipo de proyección, las luces se apagaron y en la pantalla apareció la primera lámina –en Power Point naturalmente- con una sola frase:

Rompecabezas el juego de la vida…


Por breves pero a su vez interminables segundos el silencio ocupó todos los espacios de la pequeña sala donde se jugaba el destino de las tradiciones milenarias de Amor, buena voluntad, reconciliación y esperanza de toda la humanidad…

“Si, nuestra apuesta es por el Rompecabezas de la Vida –rompiendo el pesado silencio dijo con firmeza y convicción el más joven del equipo de mercadotecnia que recién había cumplido su milésimo aniversario en el equipo de los tres Reyes Magos- permítanme explicar por qué…

¿Cuál es el juego que no te conduce a la frustración o al desengaño? El rompecabezas pues cuando quitas el moño y la envoltura, puedes ver lo que más tarde o más temprano obtendrás.

¿Cuál es el juego en el que siempre disfrutas con los pequeños logros? El rompecabezas, cuando unes una pieza con otra.

¿Cuál es el juego en el que siempre tienes otra oportunidad? El rompecabezas donde nada te impide volver a empezar.

¿Cuál es el juego en el que no tienes a quien echarle la culpa si las cosas no resultan como esperabas? El rompecabezas, pues tú eres el único responsable de los resultados.

¿Cuál es el juego que no crea resentimientos? El rompecabezas donde siempre ganas y no hay vencedores ni vencidos.

¿Cuál es el juego donde puedes avanzar a tú ritmo? El rompecabezas que solo requiere paciencia y enfoque para jugarlo.

Es suma, terminó diciendo el “joven” ejecutivo, el juego del rompecabezas es como la vida donde nuestra visión del futuro es la figura en la caja que con paciencia y fe siempre podemos alcanzar; donde la felicidad se alcanza cotidianamente con los pequeños o grandes logros antes que con el resultado final; donde si fracasas solo tú eres el responsable pero también solo tú eres responsable de otorgarte la oportunidad de volver a empezar; donde puedes avanzar a tu propio ritmo si dejas de compararte con los demás; donde la única regla para no crear resentimientos es que tus acciones se den en armonía encajando las piezas suavemente, sin forzarlas.”

Y ahí terminó la reunión con el resto de las láminas en el computador pues no fue necesario explicar nada más.

Solo quedó una pregunta en las mentes de Santa y los Reyes Magos

¿Lo entenderán?

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 20 de diciembre de 2009

100 años después...

México. Navidad del año 2108: No fue tanto el sello “confidencial” estampado en lacre, como el curioso logotipo –un trineo tirado por renos- lo que me impulsó a abrir de inmediato el sobre que contenía el relato de la historia jamás contada sobre el origen de los acontecimientos que hace 100 años transformaron al mundo. La siguiente es la transcripción fiel del documento fechado un día de noviembre del año 2008:

“Las pantallas de alta tecnología de la sala de control operativo mostraban el estado de las líneas de producción a un Santa Claus muy preocupado. El retraso en la instalación de las computadoras, los sistemas de soporte, la implantación de los complejos sistemas de información y la curva de aprendizaje de los duendes, ponían en riesgo de incumplir los deseos navideños de millones de niños de todas las edades, porqué han de saber, que ser niño no es cuestión de años cumplidos… Santa había confiado en la promesa del equipo de consultores y duendes encargados del proceso de innovación tecnológica pero no pudo leer –recuerden que usa lentes de fondo de botella- la letra chiquita en los contratos que establecía “Cumpliremos salvo causas de fuerza mayor…” Causas que incluían, entre otras, las condiciones meteorológicas extremas que prevalecen todo el año en el Polo Norte. ¡Dos años se llevó el proyecto programado a 6 meses!

La buena noticia, todo funcionaba a la perfección. Las líneas de producción con robots de última generación (los duendes se encargaban únicamente del control de calidad, la captura de pedidos y otras actividades de soporte) operaban a toda su capacidad y si nada fallaba, DHL entregaría a tiempo los regalos a quienes ansiosos los esperaban en todo el mundo… Se preguntarán ¿Y los renos? Siento decirles que fueron jubilados (al igual que uno que otro duende) consecuencia de la política de “outsourcing” para optimizar costos.

Hasta ahí todo era lo mismo de años anteriores, nueva tecnología pero al fin y al cabo lo mismo, con una pequeña salvedad…el nuevo alcance de las operaciones. Resultado de un cuidadoso ejercicio de planeación estratégica, el Plan de Negocios de Santa Claus Inc., que por cierto ya cotizaba en la bolsa de Nueva York; incluía ahora regalos no solo a los niños y a los adultos que no habían olvidado al niño que llevan dentro, si no también a países enteros. Esta nueva actividad era todo un reto, ¡obligaba a Santa a estar al tanto de todo lo que ocurría en el mundo como si no tuviera ya mucho que hacer!

Para apoyarlo, los nuevos sistemas proveían un constante flujo de información a las pantallas en la sala de control operativo. La información de las casas de bolsa, de las agencias noticiosas y muy particularmente de las empresas encuestadoras, era utilizada por los duendes analistas que aplicaban modelos computarizados muy complejos con, entre otras, variables económicas, políticas, demográficas y culturales para estimar las tendencias de la opinión ciudadana, conocer sus preferencias y así recomendar los regalos más adecuados a un Santa que aún se hacía bolas con la jerga estadística del “marketing” pero que al ritmo de villancicos observaba todo muy atentamente. De súbito las alarmas pasaron del amarillo pálido –nunca estuvieron en verde- a tonos más subidos y de ahí al rojo en tan solo unos minutos. Al instante, el duende jefe de analistas con una expresión de pánico expresó… -Señor, tenemos un problema… -¿Uno?, mas bien diría yo que muchos - contesto Papá Noel llevándose la mano a la cabeza… ¿Qué pasa ahora?

-Las más recientes estimaciones indican que los consumidores americanos se quedarán sin dinero para pagar las hipotecas, las colegiaturas de los niños, el préstamo del coche, el combustible y demás chunches. El índice de confianza de los consumidores caerá por los suelos… ¡dejarán de comprar! El resto de las economías, Japón, Alemania, Francia... se verán en serios problemas… el escenario más plausible será una recesión global sin precedentes… En lo que a nosotros toca nos cancelarán muchos pedidos y el valor de nuestra acción perderá más de un 50% en unos pocos días… Señor, ¿Qué hacemos señor? –Por lo pronto reúna al equipo duende de control de crisis y ni una palabra de esto a nadie… ¿Entendido?

10 minutos más tarde en la Sala de Control de Crisis el silencio, que se podía cortar con tijeras, fue roto por la voz firme de un Santa Claus en pleno control de la situación… -Señores, no les voy a mentir, se acercan momentos difíciles para el mundo… He puesto al tanto de la situación al Consejo de Administración y ellos me han felicitado por el regalo que decidí dar al mundo en forma de una recesión global y una crisis financiera que no tendrá precedentes. Como medida complementaria he decidido otorgar el siguiente regalo al pueblo de los Estados Unidos: Barack Obama ganará la elección. Finalmente les pido disculpas a todos ustedes por mantener esta operación en secreto y más aún por el susto, pero como comprenderán no siempre les puedo informar de todos los regalos que decido. Una última cosa, señor duende jefe de finanzas, antes de que se caiga la bolsa por favor… ¡Venda, venda!…”

El mundo y Santa Claus Inc sobrevivieron la crisis financiera y la recesión. El presidente Barack Obama ya es parte de la historia. La ciudadanía sufrió muchas penalidades pero el mundo se transformó para bien. ¡Gracias Santa! y que tengan una muy ¡Feliz Navidad!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 13 de diciembre de 2009

El Primer Director

Era el día cientos de veces repetido en la historia de ese mundo: el día de la elección del Primer Director. La puerta del sobrio recinto se abrió para que, uno a uno los electores vitalicios, hombres y mujeres, uniformados, solemnes, representantes de las 501 regiones en las que habían dividido su mundo; ocuparan en silencio sus lugares. Poco esperaron, acaso un minuto, antes de que el Primer Propuesto –así llamaban a sus candidatos- realizara un discurso de presentación que fue breve, conciso, sin énfasis, sin emoción, sin matices. Un discurso donde no comprometió nada, salvo su dedicación al bienestar de la nación. El Segundo, el Tercero y el Cuarto de los propuestos repitieron justo el mismo discurso. Si usted, como yo, esperaba surgieran las ideas, los argumentos, el debate; nos equivocamos de cabo a rabo, no hubo nada de eso.

Ni por asomo se insinuaron críticas o descalificaciones entre ellos. Mucho menos al Primer Director saliente quien, luego de 20 años, debía entregar el poder en manos del que resultara su sucesor, quién por cierto, se enteró de su candidatura, como los demás propuestos, justo ese mismo día cuando en la sesión matutina los electores votaron en secreto por cuatro de ellos mismos.

Concluido el aburrido expediente de los discursos –que muchos en la intimidad consideraban una pérdida de tiempo- la votación se realizó de forma expedita. Al no haber posibilidad alguna de empate, el humo blanco salió de inmediato… Acto seguido, en el momento de la unción, el Primer Director saliente entregó simbólicamente las llaves del gobierno y tras del breve apretón de manos acostumbrado, al unísono se escuchó en voz de todos: “¡Tenemos director, somos democracia!” para, de inmediato, sin mediar palabras ni saludos, retirarse como llegaron: callados y solemnes.

Ya se verían nuevamente dentro de 20 años… pues en ese mundo no había de que preocuparse. La única responsabilidad del nuevo Primer Director era ejecutar la pena a cualquier sospechoso de cuestionar o disentir del status quo: la supresión del indiciado y de su comunidad. Siendo así, en ese mundo solo se escuchaban los sonidos del silencio donde las ideas nunca llegaban a ser al quedar escondidas tras la puerta de los temores…

El sistema de ese mundo imaginario garantizaba el sufragio efectivo sin embargo, en contra de su afirmación, no era en absoluto democrático pues omitía el ingrediente principal: las ideas. Ideas que solo pueden ser realmente ideas, si se comunican y se contrastan con otras para generar soluciones para el bienestar de la sociedad. Una fuente de energía cualquiera, como una pila, solo es realmente pila cuando cumple su propósito: hacer que un dispositivo funcione. Y esto se logra únicamente cuando a sus polos se conectan a conductores que permiten que la energía fluya a través del dispositivo en cuestión.

Una democracia solo puede ser realmente una democracia, cuando provee de mecanismos de interconexión para que las ideas puedan fluir libremente entre los distintos “polos” que las generan. Esto es lo que hace que los dispositivos de la comunidad, el estado, el país y de nuestro mundo funcionen y se desarrollen. Sin soslayar, naturalmente, que para el buen funcionamiento del sistema es indispensable garantizar el sufragio efectivo y la debida protección contra las sobre cargas o los cortos circuitos.

Uno de los mecanismos privilegiados para esto es el debate libre de las ideas con quienes cuestionan y disienten. El debate que contrasta, que motiva a la argumentación y al sustento. El debate que marca la diferencia entre los candidatos. El debate del cuál, al final del día, surgen las nuevas ideas para el bienestar de la nación.

Quien gobierna sin escuchar, ni debatir, apoyado solo en la fuerza de los votos, no gobierna, dicta.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 6 de diciembre de 2009

El Diamante Feo

Aún era de noche cuando partieron con rumbo a la finca de aquel anciano sabio. La inquietud reinaba entre el grupo pues era bien sabido que él difícilmente se alejaba de la pequeña pero hermosa choza, construida en lo alto de un fiordo que en esa época del año lucía espectacular.

No tardaron mucho en vislumbrar su figura de cara al crepúsculo, apoyado en su cayado, vestido con una fina túnica de un blanco impecable que el viento agitaba suavemente, esperando el amanecer que se intuía espléndido. Un cuadro perfecto que solo la armonía de la naturaleza podía lograr…

Y en ese marco, le hicieron la invitación para presidir, esa noche, el inicio de las fiestas del pueblo. Tal vez fueron la belleza del momento, o las caras de aprehensión de los solicitantes, los motivos para que el anciano sin mediar más nada, simplemente respondiera: Ahí estaré.

Cuando los visitantes se retiraron, el viejo sabio cambió su túnica por una raída ropa de trabajo para dedicarse, como acostumbraba, al arduo trabajo de mantener su finca que solo interrumpió al anochecer cuando, fiel a su compromiso, encaminó sus pasos al pueblo donde se presentó puntual, pero sudoroso, con la vestimenta que en verdad le hacia lucir como un pordiosero... Y así fue tratado: ¡Vamos! ¡Aléjate! Le gritaron lanzando piedras que con fortuna alcanzó a librar. Entonces, él, sin decir palabra, regresó a su choza donde se aseó, acicaló sus cabellos, vistió su impecable túnica, tomó su cayado y volvió para hacer acto de presencia en la fiesta. El recibimiento fue notoriamente distinto. De inmediato le encaminaron en medio de halagos y lisonjas a la mesa de honor donde estaban ya los deliciosos platillos de la cena. Solo que para sorpresa de los ahí presentes… el anciano sabio tomó el extremo de su túnica y cariñosamente la conminó a comer lo que a ella, la túnica, estaba destinado…

Conocí en alguna ocasión a un compañero inteligente, capaz, a quien todos acudían en la búsqueda de soluciones para resolver los problemas más difíciles. Él a todos ayudaba y todos eran recompensados… menos él.

Nunca alguien supo reconocer sus aportaciones porque mi amigo solo “era competente”, faltaba, que a los ojos de la gente, "pareciera serlo”. Al igual que el anciano no fue reconocido como sabio cuando lucia como pordiosero. Que solo lo fue cuando cambió de vestimenta. Él, al ofrecer las viandas a su túnica, ilustró la ignorancia de la gente que solo reconoce o descarta a la gente por las apariencias.

Como el inexperto minero que descarta a un diamante en bruto, a un “diamante feo”, simplemente por que no brilla y si, en cambio, pondera la pirita. O como quienes agravian y no reconocen lo que, deseando, ellos no pueden llegar a ser, porque prefieren vivir en el “sistema” con el peso de la conciencia antes que sin dinero, ligeros, dormir a pierna suelta.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com