domingo, 28 de junio de 2009

Abstemio y Resignado, historia de un voto…

Tomando el cafecito de siempre, en el lugar de siempre, Don Abstemio Votante intercambiaba comentarios con Don Resignado Alchanchullo y el resto de los ahí presentes que estaban muy atentos a la espera del último chisme… ¡perdón! de la última noticia de la campaña electoral…

- ¿Y para qué hacerle al guajolote votando? –Decía Don Abstemio- Si ni a cuál irle, todos son iguales… con uno o con otro, ¡las cosas no van a cambiar!

- Tienes razón, contestó Don Resignado -con voz de resignado naturalmente- afirmando con la cabeza… ¿Para qué perder el tiempo?, si ya todos sabemos quién va a ganar… El “bueno” es Dedazo Votoduro; ¡Ya está tamaleado!

Así continuaron discutiendo una y otra vez, uno y otro día, Don Abstemio, Don Resignado y sus amigos de mesa. Estos dos viejitos rabo verdes son una muy buena muestra de los millones que en la época de elecciones justifican su inacción, resignados a un México que según ellos no puede cambiar. Y así entonan alrededor de esas mesas de café, cantina u lo que sea, el himno de un sistema agotado, pero perpetuo justo por su abstención.

Sin embargo la realidad, no percibida por los resignados y abstemios del voto, muestra que los tiempos han cambiado. Siempre habrá alguna diferencia; nunca serán iguales las cosas con un candidato que con el otro… Es seguro que alguno será peor que el otro. También es cierto que hoy, por muy buena que sea la receta del “tamal”, el resultado de la votación puede ser sorprendente como lo vimos en las elecciones presidenciales del 2006 donde un poco menos de abstemios habría hecho la diferencia.

Así pues, aun y cuando no estemos del todo convencidos, hay que acudir a las urnas, nuestro voto puede realmente contribuir a decidir el destino del país. Si después de un cuidadoso análisis del perfil de los candidatos: mayor o menor imagen de corrupción, medallas en competencias de pista y campo; de sus propuestas: muchas pero absurdas o de plano inexistentes; de su equipo de trabajo: por aquello del dime con quien andas y te diré quien eres; de sus recursos: más tortas o menos tortas en los acarreos; de su imagen: mejor o peor dentadura en los carteles, bigote franco, remilgado ó ninguno… llegado el domingo de las elecciones, en la intimidad de la urna, invoque a los dioses, déjelo a la suerte, medite un segundo, siga su corazón, ¡lo que sea! pero vote.

Vale más un volado y votar, ó anular su voto para manifestar su franco desacuerdo con los candidatos antes que dejar que el abstencionismo avale a una minoría. Así que por favor, Abstemios y Resignados ¡Voten!

Solo me queda encomendar a Quetzalcoatl, donde quiera que se encuentre, que tenga misericordia de su pueblo y vuelva para espantar a las víboras prietas, tepocatas, a las culebras ponzoñosas, a los alquimistas y los mapaches de cualquier color para que en la próxima jornada electoral el pueblo –sin resignados, ni abstemios- exprese su voluntad y las urnas terminen “embarazadas” Ojo: no por la acción de malandrines, si no repletas por la decisión ciudadana de un México mejor.

Así que, San Padrón Inmaculado, ¡Ruega por nosotros!

El abstencionismo es la medida del fracaso de la democracia que se da no solo por el sistema electoral, los candidatos o los partidos. Se da también muy particularmente por aquellos que no entendemos que el derecho al voto es también obligación.

¡Nos vemos en las casillas!


Reconocimiento: Al agente de tránsito que con firmeza y el reglamento en la mano me indicó la infracción que cometí cuando la semana pasada buscaba donde estacionar mi automóvil cerca al mercado 27 de febrero en Coatzacoalcos. No me multó ni intentó recibir nada. Simplemente me detuvo, me llamó la atención y terminó el incidente señalando el lugar donde podía estacionarme.

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com

domingo, 21 de junio de 2009

Cuenta regresiva...

Si bien es cierto que México a partir de su creación ha vivido una crisis permanente por el despojo al que ha sido sometido, la realidad es que solo hasta hoy un grupo relevante de gente con poder económico, capacidad de convocatoria; líderes de opinión, intelectuales, entre otros, están siendo expulsados de la zona de confort que habitaban seguros y cómodos, ciegos y sordos a lo que ocurría fuera de su burbuja de cristal, sin incentivos para objetar nada, ni para exigir cambio alguno en el sistema. Hoy, que están a punto de salir o fuera de ella, se sienten y están desamparados. La crisis se desbordó; ya no es algo lejano que ocurre a otros, las calamidades ahora ¡las sufren ellos!

Y así el debate está en su máxima expresión. Antes pasivos, esos grupos están de acuerdo en que el sistema no funciona; en que desean manifestar su hartazgo en las próximas elecciones; en que desean provocar un cambio para resolver la creciente problemática que enfrentan. En lo que no logran ponerse de acuerdo es en los caminos para lograrlo. ¿Por qué?

Reflexionando en las expresiones que se están dando en el debate, recordé a un grupo de idealistas, románticos… jóvenes universitarios orgullosos de sus raíces, con fe en un futuro promisorio para su México que recientemente desarrollaron el concepto de la campaña “Supéralo” que busca hacer conciencia del lastre que representa todo tipo de discriminación para el desarrollo de nuestro país.

En México discriminamos todos, todo. Si eres estudiante de regular para abajo discriminas a los “nerds”; si la sangre indígena corre por tus venas discriminas a los “harbanos” aunque con generaciones aquí ya sean más mexicanos que el mole; si eres empleado discriminas a los patrones pues todos son unos explotadores; si eres patrón a los empleados pues todos son unos huevones; si vistes de “marca” discriminas a los nacos…; si no eres militante de algún partido discriminas a los políticos; si eres azul a los rojos; si amarillo a todos; y así hasta el infinito… Pero ¿Qué tiene que ver el tema de la discriminación y el debate electoral?... La respuesta es un tema que dejé a propósito para el final: la discriminación de las ideas.

Si, en México antes de escuchar o considerar si quiera las ideas, las descartamos y por eso no podemos ponernos de acuerdo. Las discriminamos por su origen cuando el prejuicio se impone y la objetividad se pierde por los resentimientos de aquellos beneficiarios, marginales tal vez, pero beneficiarios al fin del sistema. Resentimientos que antes eran para esos grupos figuras borrosas tras las paredes de la burbuja de cristal que habitaban, pero que hoy, fuera de ella, en su nueva realidad, se les muestran nítidas por el temor que sienten ante un futuro cada vez más incierto.

Ahora bien, pregunto, ¿Tenemos tiempo para continuar discriminando ideas en un debate a solo 15 días de las elecciones? Me parece que no. Ya las opciones están puestas sobre la mesa y el único factor común es que absolutamente todos los mexicanos con credencial de elector debemos acudir a las urnas el próximo día 5 de julio. Ese es el consenso, ¡pues apeguémonos a él! Insisto, las opciones ya están sobre la mesa: votar vestido de blanco, votar por el candidato menos malo o el menos feo, votar por el partido, votar por la “esperanza marchita”, por cantinflas o anular el voto es algo que dependerá de las circunstancias y nivel de conciencia de cada uno de nosotros.

Dejemos de discriminar las ideas y sumémonos al consenso con el compromiso de dejar la discusión a un lado sobre cuál es la mejor opción. Adoptemos el compromiso de superar la tentación de catequizar a los no creyentes con nuestra “verdad” y si el compromiso de convencer a los que se abstienen para que voten. Todas las opciones menos una, la abstención, son respetables y lo que decidamos será secreto de confesión en nuestra conciencia.

El solo hecho de atiborrar de votos las casillas con cualquier tipo de voto será muestra de un nuevo compromiso ciudadano. De la urgencia de un cambio en el rumbo del país. Que si es una opción o la otra la que decidamos en ese momento es lo que menos importa a estas alturas del partido.

Los buenos mecánicos saben que para apretar una tuerca con cabeza exagonal la llave a utilizar es una milimétrica. Eso no nunca se discute. En el caso que nos ocupa el voto es la herramienta idónea, como apriete usted la tuerca ya dentro de la casilla, será su decisión.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

lunes, 15 de junio de 2009

Laminas nuevas para el techo de Don Jorge...

Para el siguiente diálogo que se habría realizado en al pie de la cama que esta justo al lado de la estufa de la cocina de una vivienda de 3 x 3 mts me basé en la conversación que sostuve hace unos días con Don Jorge, personaje de carne y hueso, quien tiene una perspectiva muy especial sobre los candidatos y los procesos electorales… ¡empezamos!

- ¿Y ahora a quien le toca? Fue lo primero que Don Jorge preguntó a Emilia su esposa quien en esos momentos estaba preparando una tacita de café para iniciar el día.

- Pues, mira, el lunes fueron los azules del PAN, el martes los amarillos del PRD, seguro que hoy nos tocan los rojos del PRI pues los partidos chiquitos dicen que ya no quieren venir a echar dinero bueno al malo y ya ni se paran por la colonia…

- Ya rugiste, hoy nos toca ir de camiseta y gorra roja…

- Pero ya viste como tuve razón en ahorrar un poquito para gastarlo en la campaña… antes te regalaban las cosas pero con eso de la mentada crisis, nos las venden pero eso sí, rete baratas…

- Para que te digo que no, si sí. Tenías razón, las láminas para el techo nos las dieron a 100 pesos, para la camionada de arena para el relleno de la calle solo cooperamos dimos disque para la gasolina y la propina del chofer, pero las despensas… esas si que estuvieron medio caras…

- Ni te quejes viejo, mira que ya quisiera yo que hubiera más campañas... ¡para que siquiera se acuerden de nosotros!

Y así con la curiosidad de lo que traería el candidato en turno, Don Jorge y Doña Emilia, que en esas fechas aprovechaban para comprar laminas, madera, despensas; ir al doctor o al dentista de la brigada médica gratuita patrocinada por el partido; se dispusieron a iniciar un día más en una de las miles de colonias marginadas convertidas en campo de la batalla –perdón ¡de la campaña!- electoral.

Recordé entonces a uno de los más notables aforismos de la política mexicana que pertenece de Don Jesús Reyes Heroles que dice así: […en política, frecuentemente, la forma es fondo.] lo que podría llevar a concluir que la percepción de liderazgo e integridad de un candidato corresponde, frecuentemente, a lo que realmente es y por lo tanto, podríamos otorgar nuestro voto confiados de que no tirará sus promesas de campaña en el bote de la basura después de su elección…

Eso es algo en lo que no está de acuerdo Don Jorge quien desde la perspectiva de quien vive en una colonia marginada -como tantas que solo en las campañas visitan los partidos políticos para atraer el voto legitimador- afirma que a ellos (los partidos políticos) para postular a un candidato, solo les basta la imagen y que el fondo es lo de menos. Y va más allá, al imaginar a los candidatos como los medicamentos que un doctor –el partido- sin escrúpulos receta sin la intención real de curar a su paciente, si no más bien de exprimirlo per secula seculorum jugando con la esperanza de la sanación.

- ¿Y cuando el paciente se da cuenta del engaño? ¿Cuándo el medicamento deja de rendir votos? ¿Qué pasa?…

- Pues nada grave… ¡simplemente cambian la receta! y se recicla el candidato. Para ellos (los partidos políticos) dice Don Jorge, lo que les importa es ganar a toda costa, que si el candidato es un pillo con cara de ángel, no importa. Basta con que hable bonito y que su carita de ángel se traduzca en votos.

- Le pregunto… ¿Qué no habrá candidato que realmente valga la pena?

- Cuando empiezan sí, responde, solo que una vez que pueden comprarse su gran carro, cuando dejan la cerveza por el güisqui, comen en restaurantes de postín y prueban las mieles del poder, los de atrás, nosotros, los de las colonias, atrás quedamos.

- Insisto, y ¿Luis Donaldo Colosio? ¿Qué acaso él no hubiera valido la pena?

- Bueno sí, igual que Maquío y otros grandes, solo que no supieron esperar para abrir la bocota… por eso los callaron.

- Finalmente Don Jorge, dígame por favor, ¿Que esperaría de las campañas…?

- ¡Pues que haya más! ¿Qué no ve que el techo ya tiene láminas nuevas?

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com

domingo, 7 de junio de 2009

¿Existe otra opción?

Analicemos cuales serían las consecuencias para el país si en los próximos comicios absolutamente todos los ciudadanos se decidieran única y exclusivamente por una de las siguientes opciones: 1) Abstenerse de votar; 2) Votar por uno de los candidatos en la boleta ó 3) Anular su voto. Es decir, si todos los ciudadanos en el padrón electoral, o se abstienen, o votan por un candidato, o anulan su voto. Este será un ejercicio donde solo una de las opciones se lleva todos los votos, las demás nada. A esas opciones posibles las consideraré en dos escenarios:

Escenario 1) Los candidatos son íntegros y competentes

Caso 1.1.- En el supuesto de que los candidatos son íntegros, competentes y absolutamente todos los electores se abstienen de votar el resultado sería un absurdo: un país sin gobernantes no obstante la calidad de los candidatos.

Caso 1.2.- Si los candidatos son íntegros, competentes y absolutamente todos los electores votan por alguno de ellos es el caso ideal de una ciudadanía madura, democrática y los ganadores serían, si no los mejores, si aquellos que contaron con el respaldo del pueblo.

Caso 1.3.- El resultado de este caso, cuando los candidatos son íntegros, competentes y todos los electores anulan su voto, sería el mismo que el correspondiente a la opción a), el país no tendría quien lo gobierne no obstante la calidad de los candidatos,

Escenario 2): Los candidatos carecen de integridad y son incompetentes.

Caso 2.1.- Ahora bien, si todos los candidatos carecen de integridad, son incompetentes y absolutamente todos los electores se abstienen de votar, en este caso los ciudadanos habrían manifestado pasivamente una de dos ó su inconformidad con la oferta de los partidos políticos o que simplemente que no les importa quien los gobierne. Esta es la opción de quedarse en casa viendo la televisión ó haciendo cualquier otra cosa antes que cumplir con su responsabilidad ciudadana.

Caso 2.2.- Otra caso a considerar sería aquel cuando los candidatos carecen de integridad, son incompetentes pero aún así, absolutamente todos los electores votan por algún candidato. Aquí tendríamos como resultado un gobierno carente de integridad e incompetente; pero por sobre todas las cosas, la evidencia de una ciudadanía carente de integridad al igual que su gobierno. Una ciudadanía cómplice que le sigue el juego al sistema imperante. En síntesis, un país que tiene el gobierno que se merece. Esta es la opción de votar por el menos malo.

Caso 2.3.- El último caso a analizar es cuando los candidatos carecen de integridad, son incompetentes pero absolutamente todos los ciudadanos acuden a la casilla y anulan su voto. Aquí los ciudadanos habrían manifestado activamente que si les importa quien les gobierna, habrían manifestado su absoluta inconformidad con la oferta de los partidos políticos.

Los casos anteriores son extremos e hipotéticos, pero sirven perfectamente para ilustrar las implicaciones de cualquiera de las opciones que tendremos los ciudadanos en las próximas elecciones.

Quedarse viendo la televisión en casa no es la opción; en todo caso es absolutamente indispensable manifestar con toda responsabilidad y de forma activa nuestra conformidad o inconformidad acudiendo a las casillas el próximo 5 de julio y ahí, en la intimidad de la urna, lo que usted decida, ya sea que esté conforme ó no con la oferta de candidatos, será lo mejor para el país.

La campaña a favor de voto nulo que poco a poco se ha ido fortaleciendo en el ánimo de los votantes, provocó ya una reacción de los partidos políticos. Primero para descalificarla diciendo que si se anulan los votos se atenta contra la democracia y las instituciones. Después para proponer otras alternativas como la reelección de los diputados lo que permitiría calificar en las urnas el resultado de su gestión. De concretarse en las urnas la presión de voto nulo, los partidos políticos tendrían también que considerar otras exigencias como el referéndum, el plebiscito, las candidaturas independientes, la reducción del número de diputados pues de no hacerlo se enfrentaría el país, más tarde o más temprano, a una grave crisis de ingobernabilidad.

El hecho es que la sola intención del voto nulo ya está provocando cambios en la conciencia ciudadana y también al interior de los partidos políticos quienes reciben, cada vez con mayor volumen, el mensaje: No estamos de acuerdo con el estado de las cosas. Finalmente la pregunta más importante es ¿Qué gobierno piensa Usted que el país merece?

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com