domingo, 30 de mayo de 2010

Perfume de Violetas

La película “Perfume de Violetas” (2000) relata la historia de Yessica y Miriam, dos adolescentes de la Ciudad de México, que unidas al principio por una fuerte amistad en la secundaria, terminan por distanciarse. El film, que nos muestra con toda crudeza la vida del barrio donde la inseguridad prevalece, es un fiel retrato de la problemática que la mujer, víctima de la tragedia, enfrenta en los sectores sociales más pobres de México donde prevalece el machismo, la escasez de recursos y la ignorancia.

Una excelente película. Todos comentamos eso saliendo del cine en camino al estacionamiento. ¿Te gustó? -Me encantó, dijo mi esposa con los ojos aún humedecidos por las lágrimas y estuvimos de acuerdo con ella. Sin embargo cuando más tarde, cenando, cada uno de nosotros explicó lo que le había gustado, parecía que habíamos visto películas diferentes. Me pregunté ¿Por qué si todos vimos la misma historia, en el mismo horario, en el mismo cine, hombro con hombro, todos percibimos cosas tan distintas?

La respuesta es que no existe solo una sola realidad, existen tantas como seres humanos existimos porque cada cuál percibe las cosas de una manera diferente y construye una “realidad” congruente con su experiencia, conocimientos, cultura, edad, sentimientos, valores, preferencias, género, etcétera.

Lo anterior viene al caso por el mensaje que, vía Twitter, recibí de uno de los candidatos a la presidencia municipal de mi ciudad que dice así: “(Enrique) En la política de hoy el voto no se pide, se gana con trabajo, con realidades, con proyectos, en equipo.” A lo que contesté “Hoy y siempre (la) política es asunto de percepción. Ser y parecer ser. (Las) realidades y el trabajo en equipo son (solo) parte de la ecuación

¿Por qué afirmo esto? Porque conozco muchos casos de ciudadanos, de empleados, de militantes que son capaces y comprometidos, pero que desconocen, o no cuentan con los recursos propios, o ajenos, para parecer ser “capaces y comprometidos,” y obtener un ascenso, una candidatura o el voto del pueblo en una elección.

Cuando el entonces candidato Vicente Fox ganó la elección presidencial, no obtuvo el voto porque evidenciara trabajo, resultados, proyectos y trabajo en equipo. Ganó porque le hicieron perecer capaz de promover el cambio que México aun anhela. Al final del día, su triunfo resultó de un excelente trabajo, de lo que hoy se imparten cursos de diplomado: la mercadotecnia política.

Insisto, mostrar realidades, trabajo, proyectos y trabajo en equipo es solo parte de la ecuación. La otra parte es la percepción del ciudadano respecto de los candidatos que se construye, entre otras cosas, con las campañas cada vez más negras, que lamentablemente no falta quien las crea, en el afán de obtener no el triunfo para servir al pueblo sino el poder, a costa de lo que sea.

De otro de los candidatos recibí el siguiente mensaje, también por Twitter: “Enrique, estoy haciendo una campaña de propuestas, quiero lograr que los beneficios sociales lleguen a las localidades más pobres.” Yo también comparto ese deseo, lamentablemente hasta hoy, tan solo es una loable intención mil veces repetida, mil veces incumplida.

Sería ideal observar desde la campaña, un comportamiento digno, transparente, de respeto y de debate entre los candidatos. Un comportamiento que no envíe señales equivocadas; un comportamiento ajeno al pragmatismo y al pago de favores políticos; con planillas integradas por verdaderos militantes. Con propuestas, con promesas de campaña pero, sí y solo si, van acompañadas con el cómo piensan cumplirlas.

¿Qué es normal el pragmatismo, el nepotismo político, la descalificación ruin y tantos otros comportamientos deleznables? ¿Qué es normal que en la naturaleza humana esté el privilegiar el propio interés? Si, lamentablemente es normal, pero también es lo que ha conducido a la pobreza, a la explotación, a la injusticia, y a la marginación, al detrimento generalizado de los valores y eso, definitivamente no es moral. Se han roto los equilibrios.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
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domingo, 23 de mayo de 2010

Pilotos de la Fórmula 1

La Fórmula 1 es la competición automovilística internacional más popular. Se le conoce como la «categoría reina del automovilismo» por causa del golpe de adrenalina que sienten todos cuando los motores rugen en la pista al momento de la “arrancada” justo cuando, literalmente, se disparan los pilotos a la búsqueda de lugar más alto en el podio de honor. En la pista a partir de ese momento todo está a prueba: la cuidadosa estrategia para aprovechar las fortalezas de la escudería en contra de las debilidades de los rivales; la capacidad de los mecánicos y la tecnología aplicada en la puesta a punto del poderoso automóvil; y en el momento de la verdad: la habilidad de los pilotos para tomar decisiones en milésimas de segundo para conducir el monoplaza a cruzar la menta ilesos sin romper su máquina .

Por fallar, en el peor de los escenarios, el castigo es la muerte de pilotos o incluso de espectadores ubicados en el lugar y el tiempo equivocado. En el mejor, cuando se logra el triunfo, más allá de la emoción de la ceremonia de premiación donde la tradición obliga al piloto a bañar al equipo con el champagne más caro, solo significa el comienzo de un nuevo ciclo hacia la próxima pista donde todo, absolutamente todo, estará nuevamente a prueba.

Sir John Young Stewart, “Jackie Stewart,” es un legendario piloto británico, campeón del mundo en los años de1969, 1971 y 1973, que tuvo en sus manos durante muchos años el récord absoluto de victorias en el campeonato. Él dice que la curva más importante no es en la que estás, es la siguiente. Porque si no la prevés, podrás salir vivo de la primera curva, pero en la próxima con toda seguridad tendrás un accidente. También afirma que se ha de acelerar a fondo solo cuando se tenga la seguridad de mantener el pedal pisado a fondo.

Juan Manuel Fangio (1911 - 1995) quien, por 46 años tuvo en su poder el record de ser pentacampeón mundial de Fórmula 1, es considerado uno de los mejores pilotos de la historia en esta disciplina, y por muchos expertos internacionales como el mejor piloto deportivo de todos los tiempos. En una entrevista periodística le preguntaron sobre la causa de los muchos accidentes automovilísticos y contestó: «se puede manejar muy bien, pero conducir muy mal» y abundó «saber manejar es mucho más que mover el volante; es saber frenar y frenar, dijo, eso es todo un arte». Su secreto del éxito consistía simplemente en «correr lo más despacio posible»

Hoy México necesita de “pilotos” como Jackie Stewart y Juan Manuel Fangio. "Pilotos" que sean capaces resolver la coyuntura de la curva actual pero también considerar la siguiente. Conductores que sean capaces de acelerar a fondo sin arrepentimientos e inseguridades cuando tengan todos los elementos. Mandatarios que más allá de saber mandar, conozcan el arte de frenar para corregir el rumbo cuando sea necesario. Presidentes que no pretendan pasar a la historia en tan solo seis años, sino que aprendan a «correr lo más despacio posible» para no reventar al país.

En síntesis México necesita presidentes con visión de estado.

Enrique Chávez Maranto
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lunes, 17 de mayo de 2010

Requisito indispensable: Vocación

Hace ya medio siglo me hicieron una afortunada encomienda: escribir la biografía de mi Padre de quien solo recordaba cuando en alguna ocasión caminé tomado de su mano hacia la esquina de la carnicería de Don Siriaco -aquel horrible, flaco y huraño personaje enfundado siempre en un mandil ensangrentado- para abordar un vetusto camión con rumbo a la escuela donde mi Papá era maestro. En ese entonces tendría yo 4 o 5 años de edad.

De él conocía de oídas su espíritu bohemio, de sus actividades como profesor de educación primaria, locutor, periodista, empresario y su afición por los zapatos, pero nunca lo que encontraría, hurgando los viejos papeles, en un pequeño cuaderno de páginas amarillentas que parecían deshacerse entre mis manos… ¡el borrador de un ensayo, escrito de su puño y letra! de cual transcribo una pequeña muestra de su reflexión…

[Será ideal el día en que los niños petroleros cuenten con escuelas técnicamente organizadas con profesorado idóneo y con una ideología que no incurra en los defectos del fascismo revolucionario o torciendo con una mala interpretación los postulados de la Escuela Socialista Mexicana.] Enrique Chávez Vázquez; “Las Escuelas para Niños de Trabajadores Petroleros”, 1940.

Pero mis sorpresas ese día no terminaron ahí, pues al continuar al continuar la búsqueda de material para documentar la biografía encontré la tesis de mi Madre, también Maestra, que la concluyó afirmando…

[Si hacemos nuestro lo que el gran Vate veracruzano dijo, me refiero a Salvador Díaz Mirón, “Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras otros carezcan de lo estricto” entonces no importaría que la sociedad se divida en cien clases. Que nadie carezca de lo estricto; que los bienes naturales estén humanamente distribuidos. Que el niño, el valor humano más grande y más importante de nuestra vida, se desarrolle en un ambiente sano y de comodidad. Ese es nuestro más grande ideal]… [Qué sean nuestras escuelitas, la verdadera y más alegre casa del pueblo, donde el niño se desarrolle feliz y estudie con ganas de volver a ella] Ramona Maranto Riego; “Influencia del Factor Económico en la Educación del Niño”, 1956.

Dos tiempos diferentes, dos maestros, dos distintos enfoques, pero un mismo propósito que solo fui capaz de comprender cuando después de leer esos escritos, recordé a la pequeña alumna de mi Madre que, con lágrimas en sus ojos, en el anonimato, depositó una humilde flor sobre su tumba.

“No deberían existir maestros sin vocación porque el magisterio es amor y compromiso por el bien más preciado, nuestra niñez, el futuro de México” Ramona Maranto Riego.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
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domingo, 9 de mayo de 2010

Carta de un papá a sus hijos...

Hijo mío no puedo dar respuesta
Porque el milagro se da en sus entrañas, pero dime,
¿Recuerdas cuando no la conocías, pero sentías su presencia?
En ese cálido refugio donde te transformabas,
Día con día, inmerso en el Amor.
Si acaso lo olvidaste… Mamá, ten por seguro que no


A mis queridos Hijos:

Deseo aprovechar esta oportunidad para expresar lo que ha sido y es una constante en mi vida: la inmensa gratitud que siento por quien me concedió la maravillosa experiencia de ser padre, y por quien ustedes, son lo que son: La evidencia plena del milagro de la vida, que solo ha sido posible por algo que es ajeno a la naturaleza de los hombres: El amor de una Madre.

Ajenos sí, pues nunca un hombre podrá comprender jamás la naturaleza del vínculo que se expresa por medio de sentimientos que solo ellas viven. Sentimientos indescriptibles, que emergen justo en el instante cuando inicia el milagro de nuestra existencia, dentro del cálido refugio donde, inmersos en su Amor, nos preparamos para arribar al mundo como esperanza de trascendencia, de sueños, de ilusiones, del deseo de un futuro promisorio.

Sin embargo, como hijos, ¿De cuanta ingratitud, sinsabores, momentos de infinita tristeza hemos sido responsables? ¿Cuán insensibles hemos sido ante sus lágrimas? ¿Cuánto hemos pecado al dudar por momentos de su afecto o de su comprensión? Todo por no reconocer las múltiples motivaciones y expresiones de ese amor. Siendo como es, que jamás hubo incomprensión, ni nadie podría estar lejano al afecto de su Madre.

Y sí, hoy es 10 de Mayo, una fecha tal vez desmerecida por hacer puntual el desagravio y pretender en un solo día, con un regalo y una flor, borrar las culpas y brindar el reconocimiento que debería ser un acto de correspondencia permanente a la inmensa capacidad de amar y perdonar de su madre.

Porque ustedes son su orgullo y son sus ojos. Porque ustedes son sus joyas. Porque ustedes son el regalo más preciado que jamás ella haya recibido. Porque ustedes son la manifestación de su Amor.

¿Qué los hijos solo les son prestados? ¿Qué no son suyos? Tal vez eso dicte la soberbia de quien ve en los hijos tan solo el resultado de un proceso biológico; pero nunca el humilde, quien comprende al milagro de la concepción, como la manifestación más pura del amor.

Así que hijos míos, reconózcanse como lo que son, suyos, como ella lo es de ustedes, recuerden su refugio y permitan que de lo más profundo de su alma surja un breve susurro que exprese...

“Te quiero mucho, Mamá”

Con mis mejores deseos para todas las mamás del mundo.

Enrique Chávez Maranto
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domingo, 2 de mayo de 2010

A Dios rogando... ¡Y con el mazo dando!

En el artículo anterior intenté promover que el ciudadano dejara de sentirse víctima del sistema que nos sumió a muchos en una mal llamada “zona de confort” y que además, para acabarla de amolar, no preparó al País para la crisis que hoy enfrenta.

Ante esa triste realidad los ciudadanos han reaccionado de diversas maneras. Unos, con añoranza por un pasado que no volverá; otros con desesperanza y desilusión por los cambios “para no cambiar”; los más con resentimiento ante la inequidad y la injusticia imperante; y los menos, asumiendo la actitud del avestruz que niega las amenazas a su bienestar esperando que el destino nunca le alcance, olvidando hacer suyo aquel el viejo dicho que dice “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”.

En otros dichos, como aquel que dice “Lo que no mata… ¡Engorda!”, o “No hay mal que por bien no venga”, la sabiduría popular expresa la certeza de que quien sufre penurias puede salir fortalecido de una crisis o de recibir cosas buenas después de la tormenta. Buenos dichos en verdad. Pero no para aquellos sumisos que cuando flacos, enteleridos o sin un peso en el bolsillo la experiencia les indica que solo pueden ser ciertos si aplicamos aquel otro que dice… “¡A Dios rogando y con el mazo dando!”.

Si “¡A Dios rogando y con el mazo dando!” pero con fe, dejando a un lado el sentimiento de ser las víctimas de los políticos incapaces de conducir a México por el camino de la prosperidad y el desarrollo. Un mal que existe solo por que así lo hemos permitido con una actitud equivocada.

Una circunstancia malévola que puede revertirse si aceptaran la invitación que expresé con las siguientes preguntas ¿Se imaginan lo que ocurriría si todos votaran? ¿Se imaginan el México en que podríamos convertirnos, con un solo acto de voluntad de los millones que hoy se abstienen de votar?

A las que agrego la siguiente: ¿Se imaginan el impacto de millones de mazos resonando en las urnas el día de las elecciones al grito de ¡Yo Voto por México!?

Al respecto un lector anónimo hizo un comentario en mi Blog que concluyó con las siguientes palabras: “Es deprimente tener que votar por alguno de estos personajes para que nos representen y luchen por nuestros derechos si a todas luces sólo están en la política por sus intereses personales. Muy triste el panorama, sin embargo, iré a votar.” A lo que otro contestó “Salir a votar es indispensable. Si a alguien no lo convencen los candidatos que anule el voto. Porque aun así, de esta manera, esta demostrando su inconformidad con el sistema.

Y yo les digo, lo importante es que en la urna son ustedes quienes deciden que hacer con su voto y nadie les puede decir nada. Si eligen apoyar a su candidato, votar por el partido, votar por el menos malo, votar por la persona, o anular su voto para demostrar su inconformidad con el sistema; cualquier decisión que tomen será la correcta pues es su absoluto derecho y sin duda apoyará al propósito de recuperar el voto ciudadano para el bienestar de México.

PD Lo que sí les recomiendo… No dejen su voto en blanco por aquellos mapaches electorales que todavía andan por ahí… ¡Les encantan!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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