sábado, 3 de noviembre de 2012

La Parca y el Rey


La que sigue no es una “calavera” al estilo de las que se acostumbran escribir en los días de muertos. Es, en todo caso, el relato del encuentro de la Parca con un hipotético Rey de los que hay muchos conduciendo los destinos de su pueblo. A ellos está dedicado...

Acostumbrada al miedo de aquellos a quienes tocaba la puerta, no era dada a brindar consuelo y menos a perder el tiempo pues su lista siempre era extensa.

Pero en esta ocasión fue diferente: lo percibió al instante. El Rey no tenía miedo, tenía una inconmensurable tristeza…

¡Vamos! ¡Vamos! Anímate, ¡hombre! No pongas esa cara… Mira que todos tienen que pasar por este último trance… ¡Te aseguro que después pensarás que no valió la pena el traguito amargo por el que ahora pasas! Si te portaste mal en esta vida, no pasará de un ratito en el infierno y ahí, por bien portado, te reducen la condena, te dan libertad condicional en el purgatorio y al cabo de unos cuantos años, estarás tocando las mismísimas puertas del paraíso. ¡Vamos, vamos…! No pongas esa cara… ya verás que todo estará bien…

El Rey intentó esbozar una suerte de sonrisa pero el efecto fue patético. Tal era su tristeza que su último vestigio de fortaleza se desvaneció en un mar de llanto ante las palabras de consuelo de aquella dama, impecablemente vestida de negro, cuyo rostro se perdía en las profundidades de la capucha que le servía de marco…

No tengo miedo a morir -entre sollozos le dijo- ni al sufrimiento. Que ha poco, en un solo instante, al tomar conciencia de mis pecados he sufrido más que lo que cien infiernos y mil purgatorios me pudieran causar. Para mí, tu encargo es el principio del final de mi castigo y por eso no quiero acompañarte. No merezco tal piedad.

El peor castigo para mis culpas –continuó diciendo- será permanecer aquí. Ese es mi deseo ahora que sé el mal que causé a muchos miles de inocentes que ya te han acompañado.

Mi soberbia, ésa que todos veían menos yo, ésa que ciega a quien la padece, no tuvo límites. Nunca escuché a nadie, sólo en los escasos momentos de desesperación, preguntaba ¿Por qué no entienden que lo que ordeno y hago es por su bien?

Me hice líder a toda costa pues me sentía elegido para salvar a mi pueblo. Nada me importó con tal de obtener y conservar el poder… En mi soberbia disfrazada de la búsqueda del bien común, emprendí una lucha contra un enemigo imposible vencer.

Pues ¿Cómo vencer a aquellos que crecieron como yo de la semilla de la ignorancia? Abonada en mi caso por la soberbia y en ellos, por el resentimiento.

Y así –continuó entre sollozos- la cruenta mortandad, sólo vista en guerras que ya eran historia vieja, regresó a mi tierra causando indescriptible dolor y sufrimiento. Miles de muertos causé por mi obstinación. Y vestí una coraza que no dejó llegar los lamentos a mis oídos, ni ver la sangre derramada. Mi respuesta a todo eso fue siempre la misma. No cejaremos.

Impresionada la dama de negro, reflexionó por unos instantes y tomando su lista tachó el nombre de nuestro triste personaje anotando al margen:

“Construyó su propio infierno, justo acaba de entrar en él, y ahí se queda.”

Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

lunes, 29 de octubre de 2012

Tendencia Negativa...

Después de verificar meticulosamente la información de los monitores, el director del Centro de Control de Operaciones, el Sr. Mush Dino estableció una conferencia de vídeo con el canciller Rama a quien informó la mala noticia. –Su excelencia, con relación al caso 7262-01 los esfuerzos han sido en vano. No logramos revertir la tendencia del indicador Alegría de Vivir (AV) está abajo del nivel crítico y ahora todo depende de la capacidad de supervivencia de la humanidad.


-Gracias director, contestó sin más comentarios el canciller Rama cortando la conferencia. Dirigió entonces su mirada a las miríadas de estrellas y recordó a las civilizaciones que se habían extinguido cuando perdieron la alegría de vivir en aquel diminuto planeta azul que sus pobladores actuales llamaban la Tierra.

Tristemente, reflexionó, los apoyos habían sido suficientes para que las civilizaciones implantadas en el sistema solar hubieran logrado sobrevivir y desarrollarse más allá de cierto punto. Se preguntó ¿Los humanos serán capaces de corregir el rumbo por su cuenta? ¿La raza humana tiene esperanza? ¿Sobrevivirán? 

Cuando existen más gruñones, de los que amanecen de mal humor un día si y otro también; que siempre apresurados, pareciera tienen por corazón un reloj; incapaces de reconocer el milagro que significa el hecho de despertar en posesión de un cuerpo conformado por billones de células que interpretan, en perfecta armonía, la sinfonía personalizada de su vida; que enajenados, pasan de largo sin percibir la belleza a su alrededor cuando el indicador de la Alegría de Vivir se desploma pues permea la desesperanza en las civilizaciones que terminan auto extinguiéndose, salvo que la respuesta sea “sí su excelencia, la humanidad cuenta con las competencias necesarias para corregir el rumbo”.

Existe mucha gente que ya está consciente de que la Alegría de Vivir está perdiendo la batalla contra la desesperanza por múltiples razones. De todas ellas, la principal es que se esperan que sea el liderazgo quién corrija el rumbo, cuando justo ese enfoque lo único que ha producido son nuevas entradas en el “librito del deber ser” con reglas absurdas que coartan la libertad, la creatividad y la conciencia de la maravillosa naturaleza del Ser.

Compra, aunque no lo necesites… Compite, aunque eso solo te produzca estrés, enfermedades y te aleje de los seres queridos… Apégate, a tus bienes materiales, a tus logros, a tus amores, al alabo... aunque eso solo te conduzca al sufrimiento por el temor a perderlos pues nunca tienes el tiempo necesario para disfrutar realmente de ellos… Y así, las reglas sin fin del “libro del deber ser” convierten al Ser en seguidor antes que en líder y responsable de su propia vida y esto es justo lo que hay que cambiar para corregir el rumbo.

Se necesita gente consciente que reconsidere el enfoque seguido hasta ahora y acepte que la responsabilidad del cambio de rumbo no está en el liderazgo, está en el individuo; que necesita un “libro del deber ser” escrito por él que controle su conducta y lo convierta en seguidor de si mismo y; que ponga manos a la obra donde realmente puedan tener efecto sus acciones, sin pretender cambiar el mundo entero. Empezando por él mismo con pequeñas acciones como los Actos de Buena Voluntad.  

Ceder el paso en un crucero con una sonrisa amable en el rostro, ayudar a un anciano, dar un aventón a quien camina agobiado por el sol o empapado bajo la lluvia, proteger a un ser indefenso; son solo algunos ejemplos de acciones gratuitas en beneficio de quien se ve en algún apuro; que no esperan reconocimiento, que implican algún sacrificio personal y se realizan de forma anónima a desconocidos a quiénes seguramente nunca más se volverá a ver.

Estas acciones tienen un efecto multiplicador, son las que fortalecen la Alegría de Vivir y brindan esperanza a la humanidad.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
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domingo, 21 de octubre de 2012

Vacaciones en Cancún


La complejidad de la vida moderna plantea el reto de elegir correcta y rápidamente entre una diversidad de alternativas cada vez mayor, sin embargo la calidad en la toma de decisiones es cada vez menor por lo que al final del día nos encontramos insatisfechos, a disgusto o francamente arrepentidos. Veamos la siguiente historia:

Después de una  temporada de arduo trabajo Rodolfo, un joven ejecutivo de una empresa muy demandante, piensa en lo bien que le sentarían unas vacaciones. De mejor humor, alentado tan solo con la posibilidad de un viaje, plantea la idea a María, su esposa, quien de inmediato se imagina en las playas de Cancún disfrutando del esplendido Hotel Spa que está de moda o por lo menos, el tradicional viaje a Acapulco donde se hospedarían en el mejor hotel del puerto como han acostumbrado en los últimos años.

Rodolfo escucha aterrado los planes de su esposa pues si bien es cierto que  necesita descansar, su nivel de gastos y el escaso ahorro no alcanzarían para ninguno de esos destinos. Sus finanzas, en todo caso, cubrirían sólo una semana en un destino eco-turístico bellísimo donde los niños podrían divertirse, su esposa hacer las travesías por el campo que tanto le gustan; él alejarse del tráfico, del caos citadino y del estrés y finalmente todos disfrutar de la mutua compañía que la ciudad tanto restringe.

Pero su idea no se parece en nada a la propuesta de María, sin embargo no desea contradecirla pues negar sus deseos significaría una seria discusión, ya que le había prometido que las próximas vacaciones serían… “a donde ella quisiera”.

Ya sin el buen humor de antes, hace sus cuentas y concluye que podría cumplir el deseo de su esposa tomando el escaso ahorro, saturando la tarjeta de crédito y aguantar, no le quedaría de otra, pagando el “mínimo” hasta el bono que piensa obtendrá a final del año así que con una alegría fingida le dice a María… “vamos a donde tu decidas mi amor”…

La anterior es la patética historia que se repite una y otra vez, en distintas modalidades, cuando hemos de tomar una descisión. En el 99 por ciento de los casos las decisiones no tienen mayor propósito que optar por uno u otro camino hacia la misma meta sin mayores consecuencias. Sin embargo, en el restante uno por ciento, optar por una u otra ruta sí importa pues el destino final de cada una nos ubicará en situaciones distintas. Así, ante la duda sería conveniente contar hasta diez antes de elegir y en el ínterin considerar las lecciones del caso de Rodolfo.

Él tenía muy clara su necesidad: descansar, sin embargo las alternativas incluían los deseos de su pareja y eligió satisfacerlos por temor al enfrentamiento en contra del bienestar familiar ya que su decisión implicó disponer de sus ahorros y comprometer ingresos que ciertamente no estaba seguro de obtener. El resultado fue que regresó de sus “vacaciones” más estresado y endeudado que nunca pues no dejó de pensar, cada vez que firmaba un pagaré de la tarjeta, lo a gusto que hubiera estado en aquel paraíso que prometía descanso en lugar de sufrimiento cada vez que estampaba su firma…

En síntesis Rodolfo supo lo que necesitaba, pero cometió los cuatro pecados capitales que aseguran la infelicidad: no distinguió entre deseos y necesidades; se dejó llevar por el temor; fue un necio pues antes de crear valor para todos, destruyó el valor de los demás y el propio, y finalmente no enfrentó con la actitud adecuada las implicaciones de su elección.

Solo me resta decir que no añoren aquello que no tuvieron el carácter de elegir, ni se arrepientan del camino que tomaron. En todo caso, aprovechen la experiencia.

A propósito ¿A qué conclusión llegarían en el caso de México y la necesidad de la reforma laboral?

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
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domingo, 14 de octubre de 2012

Miedo a la Felicidad


“Luz de luna, piano… calman el alma cuando, en el momento de la íntima soledad, el rostro muestra la intención de la eternidad.” 

Enrique Chávez Maranto

-¿Eres feliz? Brotó inoportuna la pregunta en tanto, para tantos, es cosa tan distinta…

-Si y no. Respondí pronto, cual buen torero, esquivando la cogida del toro de mi propia conciencia. ¿Soy feliz? pregunté para mis adentros esperando que el rostro no mostrara duda o falsa seguridad.

Si, soy feliz –le dije- cuando disfruto de buena compañía y buen vino bajo el manto de las estrellas en una noche de verano con una brisa firme que me susurra estas palabras… Soy feliz cuando por las mañanas salgo al jardín y escucho la naturaleza susurrando en el canto de los pajarillos, palabras más palabras menos, ¡todo esto es vida!

Soy feliz cuando después de un eventual “mal” día en el trabajo, al ir camino a casa, me envuelve el ronroneo de mi auto que susurra quedamente al oído, ¿Ya viste el mar? ¿Y el cerro de San Martín? ¿Ya viste las maravillas que nunca ves pero que siempre han estado ahí para tí?

Soy feliz cuando la sonrisa de mis seres queridos o la ternura de su mirada susurran el amor. Soy feliz cuando, mis manos quietas hace un momento, ahora veloces sobre el teclado expresan lo que mi alma siente.

-¿Y cuándo no eres feliz? Pide concluir mi amigo…

-Cuando, querido amigo, he de olvidar lo feliz que estoy por contestar tu pregunta...

Cinco años después de muchas experiencias, la reflexión anterior continúa vigente salvo la última respuesta que en realidad no aporta nada. Pero antes de contestar cuando no soy feliz intentaré explicar las causas de la infelicidad haciendo uso de ideas dispersas en otras reflexiones. Una de ellas es la metáfora del Ser y el diamante…

Un diamante en bruto necesita de todo un proceso de transformación para convertir la piedra opaca en la gema maravillosa que conocemos. Pero si su superficie no se mantiene limpia, el brillo desaparecerá oculto tras el polvo y la suciedad. Lo mismo ocurre con el hombre. Él necesita de un proceso que descubra, poco a poco, las maravillosas facetas de su verdadero ser... Que al igual que las del diamante, también han de mantenerse limpias para no ocultar su brillo tras una pátina que con el tiempo le impedirá percibir su propia luz y recibir la de quienes le rodean sumiéndolo en la oscuridad y el miedo.

Miedo al castigo por no observar el librito del deber ser; miedo a perder los apegos de lo que fue, de lo que es, de lo que nunca será; miedo a la felicidad por no poder sufragar el costo de luchar por sus anhelos; miedo a la inseguridad; miedo a la incertidumbre; miedo a salir de la zona de confort en que se vive. Miedos propios, de terceros, miedos adoptados e infundidos derivados de la sofisticación de un mundo que cada vez comprendemos menos.

Y finalmente contestando a la pregunta, he de decir que soy infeliz cuando permito que el miedo me invada. Cuando olvido que el respeto, la sencillez y el desapego son los ingredientes principales de la receta de la felicidad.

El respeto, que no juzga, que acepta y venera a todas las manifestaciones de la naturaleza como el milagro que son; el respeto que acepta los opuestos como fundamento de la creación. La sencillez, que hace a un lado la sofisticación y la complejidad, para enfocarse con humildad y voluntad, un día a la vez, a propiciar el bien común entre aquellos que le rodean.

El desapego, que entiende que los hechos, hechos son y no los podemos cambiar. Que tan solo podemos asumir las consecuencias con la actitud que permita asimilar la experiencia; el desapego que si bien prudente, no vive preocupado por el futuro; el despego que le permite disfrutar los bienes que la vida le ha brindado pero que igual disfruta cuando no los tiene más.     

Sin embargo el miedo con lo villano que pareciera ser, tiene el buen propósito de llamar la atención para adoptar con tiempo las medidas de defensa necesarias y disminuir los riesgos ante la presencia de una amenaza.

Pero si no hacemos caso, entonces ese miedo y otros miedos no resueltos, uno tras otro, con el devenir del tiempo endurecerán la pátina que oculta la verdadera y maravillosa naturaleza del Ser conduciéndolo por la ruta de la desesperanza y la infelicidad.

Justo eso es lo que hace la diferencia entre los hombres y mujeres que son felices, de aquellos que viven en la oscuridad. En tanto los primeros deciden enfrentar sus miedos con respeto, sencillez y desapego; los segundos sucumben ante él. Estos conceptos que pudiera pensarse solo aplican a los individuos, pueden extrapolarse a otros ámbitos incluyendo a todo tipo de organizaciones, países incluidos.

Al final del día serán sus decisiones las que le coloquen en el camino de la felicidad. Suelo decir que el cielo y el infierno no están en algún otro lado que no sea aquí y ahora. También, que vivirlos es nuestra absoluta responsabilidad. Uno elije.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
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domingo, 7 de octubre de 2012

Amar


La semana anterior estuve fuera de circulación por motivos de salud. Fue tal vez por que en esos días no estuve al tanto del acontecer nacional, que me dio una inmensa flojera escribir sobre los temas trillados de siempre. Siendo así surgió el tema de la siguiente reflexión desarrollada a partir de un tuit sobre la definición de “Amar”...  

Alejandro Jodorowsky Prullansky, chileno de origen judío-ucraniano, definitivamente nunca ha sido un “niño” normal. Artista polifacético y ciudadano del mundo, ha sido escritor en todos los géneros, director teatral, director de cine, guionista de cine, actor, mimo, marionetista, compositor de bandas sonoras, escultor, pintor y escenógrafo en cine, guionista de cómics, dibujante, instructor del tarot, psicoterapeuta, psicomago -cualesquiera que esto ultimo signifique- y un tuitero poco o nada interesado en seguir a otros, solo sigue a 18 para ser exactos, no obstante que él es seguido por más de 622,000 personas.

El señor Jodorowsky, es pues todo un líder de opinión en la red social twitter, de cuyos tuits está pendiente mucha gente. Pensarán ustedes que difunde buenos chistes, chismes, críticas, trivialidades  o cosas por el estilo que atraen el morbo de la gente. Pues no, él dijo y cito: “No voy a hacer concesiones. No voy a hablar de mi ego o mi ombligo. Voy a hablar de temas impersonales. Cosas que me han servido en la vida. Frases de gente famosa. Pensamiento. Todo lo que he estudiado…” sintetizado en ¡140 caracteres! Y para muestra una de las definiciones de su muy personal diccionario:

Amar para Alejandro es la “Alegría por la existencia ilusoria del otro y, con veneración ayudarlo a desarrollar su conciencia” Palabras que en el breve espacio de los 140 caracteres de un tuit, siembran la semilla de la reflexión.

¿Sientes alegría por que percibes al objeto de tu amor tal como lo concebiste? ¿Estás convencido de que la falta de respeto, que se manifiesta en el control que en muchos casos se pretende ejercer sobre la persona amada, es lo más alejado a la veneración y actúas con base en esto? ¿Entiendes que todos somos un milagro; que los milagros no se juzgan y sí se aceptan, y se veneran? ¿Sabes que apoyar el desarrollo de la conciencia del ser amado fortalece su libertad y le permite convertirse en líder de sí mismo, antes que en seguidor de alguien más?

A partir del concepto de Amar de Alejandro Jodorowsky podemos inferir unas cuantas preguntas que ayudarían a cualquier pareja enamorada… ¿Pinta el rostro de alegría cuando te ve? ¿Respeta tus decisiones? ¿Te acepta tal como eres? ¿Te brinda ideas pero no trata de imponerlas? Si has respondido que sí a todo, solo entonces podrías pensar que tal vez te ame.

Pero el concepto no solo se aplica al caso de las parejas, también puede aplicarse en otros muchos casos como los maestros y los alumnos... ¿Siente el maestro alegría cuando ve a sus alumnos jugar en el patio de la escuela; y con veneración al futuro que representan, les ayuda a desarrollar su conciencia?

Ya para terminar un pequeño ejercicio. ¿Quién sistemáticamente al verte pinta el rostro de enfado, controla tus emociones, cambia tus decisiones, no te acepta tal como eres y te dice que pensar? Si contestaste que tus papás, tu pareja, tu novia(o), alguno de tus hermanos, el gobierno, los medios o tu jefe entre otros presuntos culpables, déjame decirte que podrías estar perfectamente equivocado pues hay alguien más importante que todos ellos… Tu mismo.

O acaso… ¿Sonríes a diario cuando ves tu rostro en el espejo; o no te reprimes cuando deseas expresar tus sentimientos; o no le faltas al respeto a tus decisiones cuando por cualquier causa, miedo principalmente, faltas a tu palabra; o no estás satisfecho tal como eres y te percibes gordo o flaco o con patas de gallo pero nunca hermoso como el milagro que eres; o no estás siempre cerrado a las nuevas ideas y solo actúas conforme al librito del deber ser…?

Si amigo lector, somos muy buenos para ver la paja en el ojo ajeno antes que la viga en el propio.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
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domingo, 30 de septiembre de 2012

RockStar


Para el PRI, la propuesta de reforma laboral de Calderón era inaceptable por el impacto negativo en los intereses de sus aliados, los líderes sindicales. Para este partido, de ninguna manera podía llegar a votarse en el pleno de la cámara de diputados.

La estrategia del PRI fue entonces, minimizar el tiempo de discusión en la comisión del trabajo, aceptando propuestas del PRD para concluir lo antes posible y dar oportunidad a que la reforma modificada fuera la que se votara en el pleno donde, con el apoyo del PVE, se descartarían como se hizo, las concesiones hechas en la víspera, a los partidos de izquierda.

Respecto del PAN, no esperaba que defendiera la propuesta de Calderon, ni en comisiones ni en el pleno, pues lo que menos interesa a este partido es la democratización sindical y menos la transparencia en el manejo de los recursos como lo demostró, al no hacer absolutamente nada al respecto a lo largo de los doce últimos años. De tal forma que  el voto del PAN siempre estuvo asegurado sin necesidad de acuerdos en lo oscurito.

Esta fue una prueba superada para el PRI a quien otorgo mi más amplio reconocimiento por sus estrategas. Está comprobado que se les podrá calificar de cualquier cosa menos de falta de creatividad, eso del balcón estuvo fenomenal.

¡Ah! y también a Calderón, quien jugó magistralmente una carambola de tres bandas: 1) Se puso la cachucha de “promotor” de la democratización y transparencia en los sindicatos; 2) Obtuvo lo que los inversionistas le exigían valiéndole gorro el interés de los trabajadores; y 3) Puso a trabajar a marchas forzadas a los diputados en tanto que él graciosamente emprendía su gira de despedida al más puro estilo “RockStar” con aviones caza incluidos.

Al PRD por su parte, solo le resta aprender la lección, unirse y ser aún más creativos e innovadores que sus rivales ya que por lo visto hasta ahora, la iniciativa preferente, será cosa de todos los días. El hecho es que está en marcha la construcción del andamiaje legislativo para el desarrollo de la visión de futuro del país que pareciera, tanto Calderón como Peña Nieto comparten al menos en el rubro de la mano de obra.

En este, lo que la reforma laboral perfila, es a un país con una abundante oferta de mano de obra muy barata y competitiva respecto a la de otras latitudes. Una mano de obra fácil de administrar que sea atractiva para los inversionistas que a través de México, pretendan acceder entre otros, al mercado estadounidense. De consolidarse las inversiones, esto podría ayudar de paso a resolver el problema que representa para los Estados Unidos la inmigración ilegal que ocupa puestos de trabajo que ese país que necesita para si.

Naturalmente que esta visión de futuro no está, ni estará, consensuada con todos los actores, pues acaban de demostrar que no necesitan hacerlo.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
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domingo, 23 de septiembre de 2012

Cuachis


¿Cuachis? Preguntarán y eso ¿qué es?

Para empezar les digo no es un “eso”, Cuachis es el nombre de un niño de sesenta años de edad.

¡Cómo! ¿Un niño de esa edad? Sí, es el niño que todos llevamos dentro y no es precisamente de carne y hueso. Pero no se confundan, Cuachis es mi niño, única y exclusivamente mío. No lo presto.

Puede ser que desconozcan él que les corresponde por tenerlo  arrumbado en el fondo de un cajón. Tan abajo que ya no lo recuerdan y como no, si apenas puede respirar debajo del sinfín de sinsabores que le han echado encima. Pero él no puede morir, siempre estará esperando que algún día le rescates para ayudarte a ser feliz.

Mi Cuachis es toda ternura. Inteligente, cariñoso, amoroso, travieso, bromista, bailador de veras, cantante a veces afinado pero apasionado siempre, que se ríe a pierna suelta de sus travesuras, de él mismo cuando lo merece y lo mejor de todo: cuando eventualmente se enoja, esto le dura poco y a lo más que llega es a usar la máscara de los pucheros, que con un “cuchi, cuchi” descarta pronto para usar su preferida: la pintada con ojos de no mato una mosca con una discreta y pícara sonrisa en los labios.

He de confesar que últimamente lo tenía un poquitín olvidado pero en días pasados, a escondidas, hizo su maleta, se hizo chiquito para esconderse en la mía y cuando llegue al hotel donde tomaría yo un curso, al abrir mi maleta el pequeño polizón hizo su aparición con la máscara “de ya te amolaste heme aquí”. Indignado por tal atrevimiento le dije ¡pues del hotel no sales! En respuesta, más veloz que un rayo Cuachis, buscó en su maletita la máscara de los pucheros para decir de encierro ¡nada! y se salió con la suya.

Me acompaño a todos lados, al curso sin pagar boleto, a divertirnos con la fingida seriedad de la estirada farmacéutica donde compré mis medicinas, a doblarnos de la risa con las payasadas, de los payasos naturalmente, en los muelles frente al Café la Parroquia. A disfrutar un ratito de la vista multicolor de la plaza donde el general Carranza pacientemente vigila a los barcos que vienen quien sabe de donde y que van aún más lejos. Claro está, sin descuidar a las parejas de enamorados que, indiscreto y tal vez con un poquitín de envidia, ve por el rabillo del ojo.

Pero lo mejor de nuestra aventura fue el curso. ¡Vaya si nos pudimos reír! Eso sí, solo para nuestros adentros pues lo contrario habría sido una absoluta falta de respeto. Empezando por el joven fotógrafo que no dejó a títere con cabeza: foto al momento del paseíllo en la alfombra “roja”, foto al momento de estampar la firma en el registro de asistencia, foto en la mesa de trabajo, foto en cada intervención, foto, foto y foto… tantas que me llegué a sentir artista en la premier de algún evento de postín.

Después los amables oradores que dieron la bienvenida e inauguraron el evento. Agradecieron primero a toda su jerarquía, salvo, grave error ya entrados en gratitudes, al gran Tlatoani en funciones y al electo aunque esto último tal vez habría sido ¿cómo se dice? ¡Ah sí! “políticamente incorrecto” y ¡al fin! para terminar con el preámbulo, con la impaciencia del instructor y la nuestra… ¡los anuncios parroquiales! en la atiplada voz del “contralor” del evento a quien solo le faltó indicarnos la hora a la que deberíamos abrir los ojitos.

Y por fin empezamos, suenan los clarines y  sale el torero partiendo plaza –léase el instructor- al ruedo a enfrentar no a uno, si no a toda una manada de toros –léase los instruidos- que portaban la máscara de víctimas de los culpables de todos los males: ¡de los jefes a los tlatoanis!

Pero el torero con una seria de hermosos lances del capote nos colocó en suerte de la puya del picador para quitarnos lo bravos, después colocó las banderillas por lo alto a uno que otro respondón y en la última suerte supo tirarse a matar para llevarnos a la única conclusión posible: No hay víctimas ni victimarios, hay quienes evaden o asumen su responsabilidad ante la imperiosa necesidad de ciudadanos en toda la extensión de la palabra que sepan desarrollar y conducir el talento de nuestra juventud para el urgente proceso de cambio que requiere el país.

Cuachis en el ínterin se entretuvo divertido recorriendo las mesas de trabajo donde unos niños sufrían por sacar diez, otros por que les hicieran caso, otros rogaban por pasar desapercibidos, otros más que peleaban montados en la ridícula soberbia les hacía pensar que solo sus chicharrones eran buenos, en fin de todo hubo en esa pequeña viña del señor.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
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sábado, 15 de septiembre de 2012

La independencia fallida


Cuando leas estas palabras que escribo horas antes de la ceremonia “del Grito” esta ya habrá  pasado. Los morbosos, Dios no lo quiera, quizá habrán quedado satisfechos. Los “analistas” comentarán sobre los mensajes ocultos de los invitados a la fiesta en palacio, del significado del texto –siempre cambiante- del último grito del presidente en turno o del entusiasmo, o la indiferencia del pueblo.

En fin, habrá mucho que comentar de las trivialidades y poco del propósito de celebrar la independencia fallida. ¿Buscará acaso la parafernalia del Grito el olvido? Porque como seguramente ya habrán notado, solo las formas han cambiado. Antes, virreyes y encomenderos cargando a tope sus bergantines con el oro y el moro. Hoy inversionistas vía transferencias electrónicas disponiendo de las utilidades que gentilmente –léase flojitos y cooperando- les hemos concedido en el ejercicio "soberano" de nuestra independencia.

Rescato, no obstante, algunos momentos significativos. La gallardía de la escolta del colegio militar en turno acompañando a nuestro Lábaro Patrio, el tañer de la Campana de la Libertad y el entonar de nuestro Himno Nacional saludando con profundo respeto en posición de firmes, con la mano derecha extendida sobre el pecho y la palma hacia abajo en el corazón.

Momentos que apelan a la unidad nacional alrededor de esos símbolos. La escolta, como ejemplo de la lealtad y el compromiso con la defensa del pueblo y sus instituciones. El tañer de la campana, como la llamada de alerta al pueblo para prevenir de los peligros y los retos de la nación. El Himno Nacional como instrumento privilegiado para unir las voluntades de todos los ciudadanos.

Momentos ajenos al tradicional culto a la personalidad del gobernante en turno y muy cercanos a la experiencia que un buen amigo me comentó.

Decía él que en un día y un mes de un año cualquiera; con el cuerpo parado ante un ventanal en lo alto de un rascacielos; con la mirada perdida en el horizonte de don Goyo y su eterna compañera; con el ir y venir de millones de seres absortos en sus afanes cotidianos un par de cientos de metros abajo; por un instante en su mente cruzó un pensamiento de unidad con las almas buenas de la mayoría de esos seres. Lo que siguió fue la explosión de una profunda emoción que le surgió de las entrañas.

Meshico es la palabra que resume todo,  concluyó..

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
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sábado, 8 de septiembre de 2012

Una comparación odiosa...


Hace ya muchos pero muchos años, soñaba con que Santa o los Reyes Magos, me obsequiaran un par de pistolas, canana incluida, “para jugar a los vaqueros” con los amigos de la cuadra…

Tal era mi obsesión que llegué a imaginar que efectivamente había recibido el obsequio, pero  como Mamá no aprobaba ese tipo de regalos, di por hecho que estaría escondido en algún  cajón. Así fue que busqué y rebusqué por todos lados y como podrán imaginar, jamás lo encontré pero la idea persistió por mucho tiempo hasta que otras obsesiones fincaron en mí su raíz…

El del regalo fue un apego muy especia y difícil de erradicar. Apego a lo que nunca fue pues las pistolas y la canana solo existían en la imaginación de ese infante que fui; un apego a lo que no existía cuando con obsesión buscaba en los roperos y los cajones una y otra vez; un apego lo que nunca sería pues Mamá jamás me habría comprado un juego de violencia.

Ahora me ocurre algo similar, vivo apegado a la idea de un país que nunca ha vivido la democracia. De un México donde solo las etiquetas han cambiado, sojuzgado antes por los Huey Tlatoani en la época prehispánica, después por los Virreyes durante la dominación española, más tarde por dictadores con máscara de presidentes seguidos por los caudillos de la revolución y al final por los presidentes... Un país que no la vive pues lo que hemos visto hasta ahora solo es una burda simulación donde atrás prevalece cualquier otra cosa, menos la democracia.

Un Meshico con el águila que aún no termina de devorar a la serpiente para dar pie a la nación de Quetzalcóatl más equitativa y justa como anhelan más de 15.8 millones de mexicanos que votaron sin miedo, impulsados solo por la convicción de sus valores. Votos de 15.8 millones de mexicanos que no fueron suficientes para el triunfo pero que hoy, aún callados, exigen respeto.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero esta viene al caso. La semana pasada en el cierre de la Convención Nacional del Partido Demócrata tuve la oportunidad  de escuchar el discurso del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, con motivo de su postulación a un nuevo periodo en la Casa Blanca. Un discurso de excelente retórica donde hizo gala de un nuevo modelo de liderazgo exhibiendo visión, humildad y voluntad.

Seguro de si, sin acartonamientos ni clichés, transmitió la visión que basó en uno de los pilares del sueño americano al prometer apoyar a la iniciativa privada, sin promover a los privilegiados; a la educación de la juventud como puntal del desarrollo sin dejar de lado a aquellos que han nacido como ilegales en ese país; a la generación de empleos, sin buscar la mano de obra barata en otras geografías…

Sin decirlo, mostró humildad al reconocer sus fortalezas y debilidades; también, cuando reconoció a la ciudadanía no solo como votantes en una elección si no como eje de la democracia, como merecedores del crédito por los logros alcanzados.

Y una voluntad, que dijo fortalecer con las acciones realizadas a lo largo y ancho de su territorio por muchos que, mirando lejos, han dejado a un lado a la avaricia  para dar paso a la búsqueda del bien común alimentando la esperanza de un futuro promisorio.

Ya para terminar les contaré una anécdota de mi pre adolescencia. Ocurrió que en mi primer cruce de la frontera con los Estados Unidos. Al momento de estar en el lado americano, me llevé una tremenda sorpresa, las calles limpias, las casas ordenadas, las tiendas repletas de mercancía, los espacios amplios, las tierras teñidas con el verde de los sembradíos. Entonces me pregunté y pregunté por qué todo eso, si era la misma tierra, estaba tan bonito y tan feo de nuestro lado y no obtuve respuesta.

Ahora comprendo que la tristeza que me dio al regresar a nuestro lado de la frontera también tenía un poquito de envidia y fue bueno, pues ahí surgió mi apego por el ideal de un país que nunca fue, que no lo es y que probablemente no lo será salvo si todos, los unos y los otros, unimos nuestros esfuerzos en pro de la nación que anhelamos. 

Ellos, los gringos, tienen su sueño americano y luchan por él; apuremos entonces al águila a devorar a la serpiente y luchemos por el ideal de la nación de Quetzalcóatl: 

Meshico.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

jueves, 30 de agosto de 2012

¿Y ahora?

“-¡Vaya que si es hermosa! ¿No te parece?

-¡Qué le puedo decir Señor! Escogimos bien el lugar pero parece que algo no nos funcionó bien con la semilla…

Sin contestar, el interpelado descendió un par de escalones, sentó en el cómodo sillón del mirador y quedó fascinado como siempre ante la vista de miríadas de estrellas entre las cuáles destacaba ya aquel hermoso planeta azul... Bebió un breve sorbo de la copa de vino que le aguardaba y se perdió en los recuerdos, maravillosos unos, atroces otros, de aquella su última visita.

-Hace ya mucho tiempo que no venía Señor…

-Si, es mucho para ellos, muy poco para nosotros…contestó, para ser exactos 2010 de sus años…

No es fácil olvidarlos pensó para sus adentros ¡Cómo hacerlo! Sí son una especie muy querida. Seres que en la receta de su creación se incluyó como ingrediente el drama permanente del dilema.

Congruentes con su naturaleza los opuestos les definen: Sentimientos de temor y amor, conciencia e ignorancia, humildad y soberbia, generosidad y avaricia, todos a un tiempo, en el mismo crisol, dieron como resultado la maravillosa diversidad de su existencia, se dijo, el Amor para estas criaturas no lo es sin él sazón del sufrimiento...

-Pero aquí estamos nuevamente…

-¿Puedo preguntar por qué Señor?

-Las cosas no les han ido bien últimamente. Han llegado a extremos peligrosos. La situación es de tal forma delicada, que está en riesgo su permanencia y la verdad no veo como puedan corregir el rumbo sin nuestra ayuda. El balance no nos resultó perfecto. Al principio el dilema cumple su propósito, mantiene el equilibrio, pero pronto se pierde y periódicamente hay que intervenir para recobrarlo. Eso fue justamente lo que hicimos en nuestra última visita…

-Y si, continuó, los equilibrios se han roto. Los efectos de la prelación de la ignorancia, el temor, la avaricia y la soberbia sobre la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad humanas están ahí, salvo para aquellos que prefieren no ver y encerrase en una esfera de cristal.

-Y si, no solo se requiere “un” ajuste, se requiere una operación mayor. En una época donde el uso de indicadores está de moda, el principal de ellos, el apego a los valores se desplomó, está perdiendo la batalla en todas las regiones, niveles y sectores de la actividad humana.”

Muchos pensarán que la anterior es una visión pesimista del mundo. Sin lugar a dudas, todos tenemos el derecho al optimismo, pero los hechos están ahí. A ellos les diría, si el “indicador de los valores” no les convence, que vean entonces los síntomas de la enfermedad. Ya no digamos desde la perspectiva global y académica que utiliza palabras extrañas como geopolítica, hegemonías, plutocracias, globalización entre otras tantas.

Véanla tan solo desde la perspectiva de lo que está a la vuelta de la esquina, con lo que nos topamos todos los días en nuestras comunidades: corrupción, desempleo, inseguridad, alcoholismo, violencia, drogadicción, depredación ambiental y pobreza extrema entre otros tantos males que nos aquejan. Porque justo ahí, en lo más cercano, es donde está la solución.

Mucho se ha dicho que no basta con señalar, que hay que aportar soluciones. Y es correcto.

Solo que la solución no cabe esperarla de alguien más. La solución está en todos. Cada uno en la medida de sus posibilidades. Cada uno en la trinchera que le corresponde como padre, empleado, patrón, líder, político, hijo, esposo, funcionario público… Cada uno cuando tenga que elegir la siguiente nota de su vida habrá de considerar que la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad no le son ajenos; que siempre han estado en nosotros; como ingredientes de la maravillosa receta de la diversidad humana; reconociendo que los hechos, hechos son y que lo que cuenta es la actitud con la que se enfrentan…

Cuenta la leyenda que el último rey de Granada, Boabdil, en el camino a su exilio en las Alpujarras, cuando estaba en la cima de una colina, volteó la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando entonces de su madre la sultana Aixa, el duro reproche "no llores como una mujer lo que no supiste defender como un hombre”.

Lo que ocurrió entonces con el rey Boabdil fue que no supo reconocer sus debilidades y en consecuencia no supo como superarlas. A esa colina se le llamó desde entonces la colina del Suspiro del Moro…

En el país ganó nuevamente la ignorancia, el temor, la avaricia y la soberbia sobre la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad humana; y es muy lamentable. La razón, el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador que no correspondió a las expectativas de los millones de mexicanos que colocaron su fe en él. 

Su liderazgo fue insuficiente para vencer a un contrincante del cuál no se podía esperar más que justamente lo que hizo; también que fue insuficiente  para capturar los votos que le hicieron falta para ganar fuera de toda duda; y más insuficiente aún para demostrar con toda contundencia las irregularidades de la elección. 

Un liderazgo que en suma no supo reconocer sus debilidades y en consecuencia no las superó. Esto no es percepción son simplemente los hechos.

Y ahora, reconociendo los hechos aunque duelan, nos toca hacer lo necesario para para defender la Patria de sus enemigos, haciendo lo correcto, justo en nuestra trinchera.  

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

sábado, 25 de agosto de 2012

Yo si le entro...


“♫… Un elefante se columpiaba, sobre la tela de una araña. Como veía que resistía, fue a llamar a otro elefante…Dos elefantes se columpiaban, sobre la tela de una araña. Como veían que resistía, fueron a llamar a otro elefante... Tres elefantes... Cuatro elefantes... Cinco elefantes se columpiaban, sobre la tela de una araña. Como veían que no resistía, mira como caen los elefantes… ♫”

¿Tendrían conciencia los elefantes de que la tela de la araña terminaría por  romperse y que ellos acabarían con su enorme “paquidermidad” por el suelo?

Pienso que no. Tan enojada la araña, como ellos estaban divertidos, cante y cante en el “columpio”, que con toda seguridad les pasó de noche el refrán aquel que dice “tanto va el cántaro al agua que termina por romperse”… Inexorablemente, en algún momento, la tela de la araña terminaría por deshilacharse empezando justo por lo más delgado… Me pregunto, así a ojo de buen cubero, ¿cuántos elefantes más podrían columpiarse? ¿Uno más? Difícilmente, si con cuatro, decían que los rechinidos de la tela ya anunciaban un desastre.

¡Ah! pero necios los elefantitos hicieron oídos sordos a las voces de advertencia, a los rechinidos de la tela, y en su afán por continuar con el jueguito, y demostrar que no pasaba nada, ¡Hágame usted el favor! fueron a llamar a otro elefante… Pero si pasó y terminaron con el orgullo herido, con raspones y uno que otro hueso roto, como antes dije, con su enorme “paquidermidad” por el suelo…

Hoy a lo largo del territorio nacional se escuchan el crujir de una tela que ya no soporta más el peso de quienes, como los elefantes del cuento, solo se preocupan por su bienestar a costa de lo que sea. Los 12.7 millones de mexicanos que superviven en medio de la pobreza extrema y los 52 millones, el 46.2 por ciento de la población, que viven en la pobreza son los hilos crujientes por donde la tela empezará a deshilacharse La gran pregunta es ¿Cuándo?

Un psicólogo que sobrevivió al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, observó que en el mes de diciembre casi no había fallecimientos de prisioneros fuera de aquellos asesinados en las cámaras de la muerte pero sí, y muchos, en el mes de enero. Él se preguntó por qué ocurría ese fenómeno si los maltratos de las SS eran los mismos, la alimentación igual de pésima y las jornadas de trabajo agotadoras como siempre.

Su conclusión fue que a finales del año los prisioneros elevaban su espíritu pues imaginaban iniciar el año de regreso en casa. Tenían la esperanza de que terminara la guerra para poner fin a su suplicio; sin embargo concluido diciembre sin que se cumplieran sus anhelos, al iniciar enero la pesadumbre les invadía, pensaban “otro año más no lo aguanto” y simplemente se dejaban morir.

Haciendo un paralelismo, el mes de “diciembre” en México está por concluir. Para esos 52 millones de ciudadanos sumidos en la pobreza, la esperanza de cambio morirá en defiitiva cuando el PRI asuma el poder y las condiciones estén dadas para un “enero” donde la pesadumbre invadirá a muchos de ellos, pensarán “otro sexenio más así no lo aguanto” y con toda seguridad, como dejarse morir no es opción, harán patente de alguna manera su inconformidad.    

Solo espero que no ocurra lo que me dijo un fontanero a quien contraté para resolver algunos problemas en casa. Cuando el hombre, enjuto, de tipo costeño y curtido por el sol terminó su trabajo, le llevé de regreso a su modesto establecimiento. En el camino pregunté cuál era su opinión sobre el tema de la inseguridad, su respuesta me dejó helado. “Mire patrón” me dijo endureciendo el ceño, “bendito sea Dios que ahora tengo trabajo, porque cuando no, cuando no puedo comprar las medicinas para mi hijo o no me alcanza para llevar que comer a la casa, pues yo si le entro, aunque me tenga que llevar a un cristiano por delante…” Terminamos el recorrido en medio de un silencio que se podía cortar con tijeras.

Nunca más lo volví a ver y de todo corazón deseo que continúe trabajando, porque ese hombre tenía más que claro hasta donde podía soportar.

Por cierto ¿A cuanto amaneció el huevo hoy? El maíz dicen que va a subir…

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

domingo, 19 de agosto de 2012

Y el mundo se hizo chiquito...


Hoy es de esos días cuando se antoja el regreso de la inocencia y la imaginación. A los tiempos de las historias contadas, para mi estatura de entonces, por un altísimo Don Carlos flaco, desgarbado, siempre de barba hirsuta; quien mirando al cielo, con el dedo en alto señalaba entre las estrellas al puntito brillante donde viajaba la perrita Laika ¿la recuerdan?

A los tiempos de construir carreteras en la banqueta, para carritos con llantas de corcholata, con el cemento de los sacos rotos que vendía el español enojón aquel, papá del güero Mocholí.

O él de las lecturas tirado en el suelo panza abajo, de viejos ejemplares del semanario Siempre! del maestro Pagés Llergo, de las colaboraciones de Elenita Poniatowska; de los cuentos de Memín Pinguin; o de los pies de foto del National Geographic, o el Popular Mechanics con el diccionario a un lado; o de la Vagabunda de Luis Spota por las noches y a escondidas...

O al tiempo de aspirar los olores de tierras distantes, polizontes de los mil y un productos que se vendían en el mercado de mí pueblo…

Vaya que si volaba la imaginación en esa época.

Pero a la par el mundo se hizo más chiquito. Empezó con los periódicos que en mi niñez llegaban al pueblo a veces sí, y otras quién sabe. Más adelante con la televisión de la vecina que como la miel, atrajo a los niños de la cuadra a verla con la nariz pegada a la ventana hasta que la buena señora se compadecía y nos abría las puertas de su casa con el consabido “¡chamacos! un ratito nada más, ¿eh?” que se repetía todos los días…

Hasta que un buen día Mamá cansada de buscarnos por las “teles” del vecindario compró una televisión ¿Philips, Telefunken, RCA? No lo se de cierto, lo que sí, es que a los pocos días terminó el romance con la hija de la vecina…    

Televisión que en sus inicios no enseñaba violencia. Enseñaba cultura, arte y sano entretenimiento. ¿Conocen quién fue Benjamín Disraeli? Pues a él lo conocí, como a muchos otros personajes en las películas que Don Jorge Saldaña reseñaba, en la televisión. Otras épocas, otros propósitos.

Y sí, conforme fui creciendo, con los avances tecnológicos, con las maravillas vaticinadas por Don Carlos que inexorablemente se fueron presentando una tras otra; el mundo se hizo cada vez más chiquitito dejando menos espacio para la inocencia, la imaginación y por el contrario, mucho para el morbo, la violencia, la ignorancia y lo peor… para manipular al pueblo.

Grandes distractores son los medios que hacen la noticia. Vuela una mosca al otro lado del mundo en la mesa de Lady Gaga; la socialité de moda deja ver los choninos o su ausencia; meten a la cárcel a 3 cantantes punk; aparece un delfín muerto en una playa, la noticia llega en un instante a los teléfonos “inteligentes”, las redes sociales se disparan y se arman las campañas olvidando que los delfines también eventualmente mueren…

En cambio la policía de Sudáfrica masacra casi en vivo y en directo a 34  mineros, en Siria mueren civiles, en México decenas de miles y no pasa nada pero eso sí, los vídeos están en YouTube al alcance del morbo de cualquiera que tenga un Smart Phone… Y me pregunto, ¿Cuántos de todos ellos, ya no digamos hacen, dicen algo? ¡Ah! y una última pregunta…

Al final del día, ¿De qué ha servido que el mundo se vuelva tan chiquito?

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

sábado, 11 de agosto de 2012

No fue casual...


En el último momento, después de luchar un poco consigo misma, Carmen aceptó acompañar a su hijo, Octavio, en un viaje de negocios que les tomaría siete horas, que se hicieron nueve a causa de uno más de los acostumbrados bloqueos de la autopista.

Sorteando los obstáculos, finalmente arribaron a su destino y como casi siempre suele ocurrir a los viajeros agotados que bajan el equipaje con premura, algo olvidan en el automóvil y así ocurrió en el caso de Carmen quien, más a fuerzas que de ganas, se vio en la necesidad de regresar a buscar sus imprescindibles gafas…

Pero al día siguiente, con el espíritu emprendedor en alto y el sol apretando, al momento de abordar su coche el conductor de una camioneta les preguntó si desocuparían el cajón del estacionamiento a lo que respondieron que sí, solo para caer en cuenta, cuando Octavio intentó poner en marcha el automóvil, que la batería estaba agotada pues la noche anterior “alguien” había dejado las luces encendidas al regresar por sus gafas…

El pesar fue breve pues el conductor de la camioneta resultó un buen samaritano, se ofreció a ayudarles a resolver el problema y así lo hizo. Solo que  la historia no concluyó ahí y eso es lo relevante: después de conversar unos minutos, Octavio se percató que el samaritano, José, era una persona clave con la cuál podría llevar a cabo el negocio y así fue. A partir de ese momento y por el resto del viaje José se convirtió en un invaluable apoyo para conocer mucha más gente de la que Octavio tenía registrada en su limitada agenda…

¿Fue casual el encuentro con José? No lo creo, en la historia, verídica por cierto, de Carmen, Octavio y José; se pueden observar una cadena de hechos, uno a causa de otro anterior, que de no darse habrían hecho imposible el encuentro entre Octavio y José. Encuentro que en absoluto fue una casualidad, fue toda una causalidad.

Cómo tampoco fue por casualidad el hecho de que el equipo mexicano haya obtenido la presea dorada para beneplácito de todos nosotros aun cuando Edson Arantes do Nascimento (“Pele”) opine que “El futbol es una caja de sorpresas y algunas veces el mejor equipo no gana”. Me parece, dicho con el debido respeto a la experiencia indiscutible de Pelé en el futbol, que se equivoca. Si ya sé que yo de futbol se menos que nada, pero si un poquito de equipos de trabajo.

Un equipo es el mejor cuando es efectivo. Cuando entrega los resultados como, donde y cuando se le requieren, el equipo brasileño simplemente no lo hizo; pues para eso necesitaba competencias, temple y liderazgo. Sus jugadores pudieron tener las competencias, pero no tuvieron el temple, ni el liderazgo para impulsarles al triunfo.

Nunca esperaron ir abajo en el marcador y mucho menos a escasos 28 segundos de iniciar el partido. A partir de ese momento los jóvenes jugadores brasileños contemplaron la posibilidad real de perder y el miedo hizo presa de ellos. Lo de después es corolario, reclamos e insultos, un entrenador fuera de sí, agresiones a los mexicanos…

Así fue como el “pobre” equipo mexicano que cuesta 33.7 millones de euros, como coloquialmente se dice, “le ganó el valor” a uno valuado en más de 300 millones de euros.

Y definitivamente no fue por casualidad que se encontraran ese día en esa cancha. Y no lo fue porque el equipo mexicano adquirió con técnica, disciplina y esfuerzo sumadas a la vocación natural de los jugadores las competencias necesarias para llegar a la final; también porque tuvieron el temple demostrado en partidos anteriores para venir de abajo en el marcador y superar a sus contrarios; y ni duda cabe que el liderazgo requerido.

La alegría y el orgullo que nos hicieron sentir no fueron resultado de la casualidad o de enfrentar a un rival que sorpresivamente tuvo una mala tarde. La alegría y el orgullo fueron el resultado de un proceso exitoso que ya rinde frutos. El equipo mexicano simplemente fue el más efectivo, ni duda cabe, el mejor equipo sobre la cancha, contra la opinión de Pelé y muchos que piensan como él.

Solo me queda una pregunta ¿Cuándo será el día que después de una elección el pueblo se reúna espontáneamente en el Ángel a celebrar con alegría y orgullo el triunfo de la democracia? La respuesta es muy sencilla, no será por casualidad, será por causalidad así que no esperen que las cosas vengan del cielo.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm