domingo, 30 de septiembre de 2012

RockStar


Para el PRI, la propuesta de reforma laboral de Calderón era inaceptable por el impacto negativo en los intereses de sus aliados, los líderes sindicales. Para este partido, de ninguna manera podía llegar a votarse en el pleno de la cámara de diputados.

La estrategia del PRI fue entonces, minimizar el tiempo de discusión en la comisión del trabajo, aceptando propuestas del PRD para concluir lo antes posible y dar oportunidad a que la reforma modificada fuera la que se votara en el pleno donde, con el apoyo del PVE, se descartarían como se hizo, las concesiones hechas en la víspera, a los partidos de izquierda.

Respecto del PAN, no esperaba que defendiera la propuesta de Calderon, ni en comisiones ni en el pleno, pues lo que menos interesa a este partido es la democratización sindical y menos la transparencia en el manejo de los recursos como lo demostró, al no hacer absolutamente nada al respecto a lo largo de los doce últimos años. De tal forma que  el voto del PAN siempre estuvo asegurado sin necesidad de acuerdos en lo oscurito.

Esta fue una prueba superada para el PRI a quien otorgo mi más amplio reconocimiento por sus estrategas. Está comprobado que se les podrá calificar de cualquier cosa menos de falta de creatividad, eso del balcón estuvo fenomenal.

¡Ah! y también a Calderón, quien jugó magistralmente una carambola de tres bandas: 1) Se puso la cachucha de “promotor” de la democratización y transparencia en los sindicatos; 2) Obtuvo lo que los inversionistas le exigían valiéndole gorro el interés de los trabajadores; y 3) Puso a trabajar a marchas forzadas a los diputados en tanto que él graciosamente emprendía su gira de despedida al más puro estilo “RockStar” con aviones caza incluidos.

Al PRD por su parte, solo le resta aprender la lección, unirse y ser aún más creativos e innovadores que sus rivales ya que por lo visto hasta ahora, la iniciativa preferente, será cosa de todos los días. El hecho es que está en marcha la construcción del andamiaje legislativo para el desarrollo de la visión de futuro del país que pareciera, tanto Calderón como Peña Nieto comparten al menos en el rubro de la mano de obra.

En este, lo que la reforma laboral perfila, es a un país con una abundante oferta de mano de obra muy barata y competitiva respecto a la de otras latitudes. Una mano de obra fácil de administrar que sea atractiva para los inversionistas que a través de México, pretendan acceder entre otros, al mercado estadounidense. De consolidarse las inversiones, esto podría ayudar de paso a resolver el problema que representa para los Estados Unidos la inmigración ilegal que ocupa puestos de trabajo que ese país que necesita para si.

Naturalmente que esta visión de futuro no está, ni estará, consensuada con todos los actores, pues acaban de demostrar que no necesitan hacerlo.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

domingo, 23 de septiembre de 2012

Cuachis


¿Cuachis? Preguntarán y eso ¿qué es?

Para empezar les digo no es un “eso”, Cuachis es el nombre de un niño de sesenta años de edad.

¡Cómo! ¿Un niño de esa edad? Sí, es el niño que todos llevamos dentro y no es precisamente de carne y hueso. Pero no se confundan, Cuachis es mi niño, única y exclusivamente mío. No lo presto.

Puede ser que desconozcan él que les corresponde por tenerlo  arrumbado en el fondo de un cajón. Tan abajo que ya no lo recuerdan y como no, si apenas puede respirar debajo del sinfín de sinsabores que le han echado encima. Pero él no puede morir, siempre estará esperando que algún día le rescates para ayudarte a ser feliz.

Mi Cuachis es toda ternura. Inteligente, cariñoso, amoroso, travieso, bromista, bailador de veras, cantante a veces afinado pero apasionado siempre, que se ríe a pierna suelta de sus travesuras, de él mismo cuando lo merece y lo mejor de todo: cuando eventualmente se enoja, esto le dura poco y a lo más que llega es a usar la máscara de los pucheros, que con un “cuchi, cuchi” descarta pronto para usar su preferida: la pintada con ojos de no mato una mosca con una discreta y pícara sonrisa en los labios.

He de confesar que últimamente lo tenía un poquitín olvidado pero en días pasados, a escondidas, hizo su maleta, se hizo chiquito para esconderse en la mía y cuando llegue al hotel donde tomaría yo un curso, al abrir mi maleta el pequeño polizón hizo su aparición con la máscara “de ya te amolaste heme aquí”. Indignado por tal atrevimiento le dije ¡pues del hotel no sales! En respuesta, más veloz que un rayo Cuachis, buscó en su maletita la máscara de los pucheros para decir de encierro ¡nada! y se salió con la suya.

Me acompaño a todos lados, al curso sin pagar boleto, a divertirnos con la fingida seriedad de la estirada farmacéutica donde compré mis medicinas, a doblarnos de la risa con las payasadas, de los payasos naturalmente, en los muelles frente al Café la Parroquia. A disfrutar un ratito de la vista multicolor de la plaza donde el general Carranza pacientemente vigila a los barcos que vienen quien sabe de donde y que van aún más lejos. Claro está, sin descuidar a las parejas de enamorados que, indiscreto y tal vez con un poquitín de envidia, ve por el rabillo del ojo.

Pero lo mejor de nuestra aventura fue el curso. ¡Vaya si nos pudimos reír! Eso sí, solo para nuestros adentros pues lo contrario habría sido una absoluta falta de respeto. Empezando por el joven fotógrafo que no dejó a títere con cabeza: foto al momento del paseíllo en la alfombra “roja”, foto al momento de estampar la firma en el registro de asistencia, foto en la mesa de trabajo, foto en cada intervención, foto, foto y foto… tantas que me llegué a sentir artista en la premier de algún evento de postín.

Después los amables oradores que dieron la bienvenida e inauguraron el evento. Agradecieron primero a toda su jerarquía, salvo, grave error ya entrados en gratitudes, al gran Tlatoani en funciones y al electo aunque esto último tal vez habría sido ¿cómo se dice? ¡Ah sí! “políticamente incorrecto” y ¡al fin! para terminar con el preámbulo, con la impaciencia del instructor y la nuestra… ¡los anuncios parroquiales! en la atiplada voz del “contralor” del evento a quien solo le faltó indicarnos la hora a la que deberíamos abrir los ojitos.

Y por fin empezamos, suenan los clarines y  sale el torero partiendo plaza –léase el instructor- al ruedo a enfrentar no a uno, si no a toda una manada de toros –léase los instruidos- que portaban la máscara de víctimas de los culpables de todos los males: ¡de los jefes a los tlatoanis!

Pero el torero con una seria de hermosos lances del capote nos colocó en suerte de la puya del picador para quitarnos lo bravos, después colocó las banderillas por lo alto a uno que otro respondón y en la última suerte supo tirarse a matar para llevarnos a la única conclusión posible: No hay víctimas ni victimarios, hay quienes evaden o asumen su responsabilidad ante la imperiosa necesidad de ciudadanos en toda la extensión de la palabra que sepan desarrollar y conducir el talento de nuestra juventud para el urgente proceso de cambio que requiere el país.

Cuachis en el ínterin se entretuvo divertido recorriendo las mesas de trabajo donde unos niños sufrían por sacar diez, otros por que les hicieran caso, otros rogaban por pasar desapercibidos, otros más que peleaban montados en la ridícula soberbia les hacía pensar que solo sus chicharrones eran buenos, en fin de todo hubo en esa pequeña viña del señor.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

sábado, 15 de septiembre de 2012

La independencia fallida


Cuando leas estas palabras que escribo horas antes de la ceremonia “del Grito” esta ya habrá  pasado. Los morbosos, Dios no lo quiera, quizá habrán quedado satisfechos. Los “analistas” comentarán sobre los mensajes ocultos de los invitados a la fiesta en palacio, del significado del texto –siempre cambiante- del último grito del presidente en turno o del entusiasmo, o la indiferencia del pueblo.

En fin, habrá mucho que comentar de las trivialidades y poco del propósito de celebrar la independencia fallida. ¿Buscará acaso la parafernalia del Grito el olvido? Porque como seguramente ya habrán notado, solo las formas han cambiado. Antes, virreyes y encomenderos cargando a tope sus bergantines con el oro y el moro. Hoy inversionistas vía transferencias electrónicas disponiendo de las utilidades que gentilmente –léase flojitos y cooperando- les hemos concedido en el ejercicio "soberano" de nuestra independencia.

Rescato, no obstante, algunos momentos significativos. La gallardía de la escolta del colegio militar en turno acompañando a nuestro Lábaro Patrio, el tañer de la Campana de la Libertad y el entonar de nuestro Himno Nacional saludando con profundo respeto en posición de firmes, con la mano derecha extendida sobre el pecho y la palma hacia abajo en el corazón.

Momentos que apelan a la unidad nacional alrededor de esos símbolos. La escolta, como ejemplo de la lealtad y el compromiso con la defensa del pueblo y sus instituciones. El tañer de la campana, como la llamada de alerta al pueblo para prevenir de los peligros y los retos de la nación. El Himno Nacional como instrumento privilegiado para unir las voluntades de todos los ciudadanos.

Momentos ajenos al tradicional culto a la personalidad del gobernante en turno y muy cercanos a la experiencia que un buen amigo me comentó.

Decía él que en un día y un mes de un año cualquiera; con el cuerpo parado ante un ventanal en lo alto de un rascacielos; con la mirada perdida en el horizonte de don Goyo y su eterna compañera; con el ir y venir de millones de seres absortos en sus afanes cotidianos un par de cientos de metros abajo; por un instante en su mente cruzó un pensamiento de unidad con las almas buenas de la mayoría de esos seres. Lo que siguió fue la explosión de una profunda emoción que le surgió de las entrañas.

Meshico es la palabra que resume todo,  concluyó..

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm

sábado, 8 de septiembre de 2012

Una comparación odiosa...


Hace ya muchos pero muchos años, soñaba con que Santa o los Reyes Magos, me obsequiaran un par de pistolas, canana incluida, “para jugar a los vaqueros” con los amigos de la cuadra…

Tal era mi obsesión que llegué a imaginar que efectivamente había recibido el obsequio, pero  como Mamá no aprobaba ese tipo de regalos, di por hecho que estaría escondido en algún  cajón. Así fue que busqué y rebusqué por todos lados y como podrán imaginar, jamás lo encontré pero la idea persistió por mucho tiempo hasta que otras obsesiones fincaron en mí su raíz…

El del regalo fue un apego muy especia y difícil de erradicar. Apego a lo que nunca fue pues las pistolas y la canana solo existían en la imaginación de ese infante que fui; un apego a lo que no existía cuando con obsesión buscaba en los roperos y los cajones una y otra vez; un apego lo que nunca sería pues Mamá jamás me habría comprado un juego de violencia.

Ahora me ocurre algo similar, vivo apegado a la idea de un país que nunca ha vivido la democracia. De un México donde solo las etiquetas han cambiado, sojuzgado antes por los Huey Tlatoani en la época prehispánica, después por los Virreyes durante la dominación española, más tarde por dictadores con máscara de presidentes seguidos por los caudillos de la revolución y al final por los presidentes... Un país que no la vive pues lo que hemos visto hasta ahora solo es una burda simulación donde atrás prevalece cualquier otra cosa, menos la democracia.

Un Meshico con el águila que aún no termina de devorar a la serpiente para dar pie a la nación de Quetzalcóatl más equitativa y justa como anhelan más de 15.8 millones de mexicanos que votaron sin miedo, impulsados solo por la convicción de sus valores. Votos de 15.8 millones de mexicanos que no fueron suficientes para el triunfo pero que hoy, aún callados, exigen respeto.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero esta viene al caso. La semana pasada en el cierre de la Convención Nacional del Partido Demócrata tuve la oportunidad  de escuchar el discurso del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, con motivo de su postulación a un nuevo periodo en la Casa Blanca. Un discurso de excelente retórica donde hizo gala de un nuevo modelo de liderazgo exhibiendo visión, humildad y voluntad.

Seguro de si, sin acartonamientos ni clichés, transmitió la visión que basó en uno de los pilares del sueño americano al prometer apoyar a la iniciativa privada, sin promover a los privilegiados; a la educación de la juventud como puntal del desarrollo sin dejar de lado a aquellos que han nacido como ilegales en ese país; a la generación de empleos, sin buscar la mano de obra barata en otras geografías…

Sin decirlo, mostró humildad al reconocer sus fortalezas y debilidades; también, cuando reconoció a la ciudadanía no solo como votantes en una elección si no como eje de la democracia, como merecedores del crédito por los logros alcanzados.

Y una voluntad, que dijo fortalecer con las acciones realizadas a lo largo y ancho de su territorio por muchos que, mirando lejos, han dejado a un lado a la avaricia  para dar paso a la búsqueda del bien común alimentando la esperanza de un futuro promisorio.

Ya para terminar les contaré una anécdota de mi pre adolescencia. Ocurrió que en mi primer cruce de la frontera con los Estados Unidos. Al momento de estar en el lado americano, me llevé una tremenda sorpresa, las calles limpias, las casas ordenadas, las tiendas repletas de mercancía, los espacios amplios, las tierras teñidas con el verde de los sembradíos. Entonces me pregunté y pregunté por qué todo eso, si era la misma tierra, estaba tan bonito y tan feo de nuestro lado y no obtuve respuesta.

Ahora comprendo que la tristeza que me dio al regresar a nuestro lado de la frontera también tenía un poquito de envidia y fue bueno, pues ahí surgió mi apego por el ideal de un país que nunca fue, que no lo es y que probablemente no lo será salvo si todos, los unos y los otros, unimos nuestros esfuerzos en pro de la nación que anhelamos. 

Ellos, los gringos, tienen su sueño americano y luchan por él; apuremos entonces al águila a devorar a la serpiente y luchemos por el ideal de la nación de Quetzalcóatl: 

Meshico.

Reciban un afectuoso abrazo,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm